De dónde viene uno de mis apellidos maternos
La filóloga, española de madre francesa, es especialista en ambas lenguas, por lo que se le hace sencillo explicarme un poco sobre mis apellidos y me promete ayudar.
A los días me contacta con una persona, que la vida quiso que se encontrase en México en ese tiempo. Esta persona es especialista en estudiar el origen de las palabras, genealogista y amigo de la filóloga desde sus tiempos de España y hoy todos nosotros reunidos en México planificando el estudio del origen de mi apellido materno, RIVODÓ.
Aquel hombre con apellido vasco que nunca pude recordar, dedicó un buen tiempo entre sus libros investigando nuestro apellido RIVODÓ. Una noche fui a visitarlo y en su estudio había un bosque de libros sobre su mesa, con una luz tenue, una copa de vino tinto y muchas colillas de cigarros. El hombre disfrutaba nadar entre páginas de libros, folletos, cuadernos, hurgando cada palabra, analizando su contenido y encontrando la historia de cada una de ellas.
Luego de varias semanas de estudio, análisis, vinos y cigarrillos por parte del hombre, recibo una llamada suya solicitando que me acerque a su casa, que ya había finalizado el trabajo y la investigación sobre el origen del apellido RIVODÓ.
La tarde noche del día siguiente a la llamada me presento en su casa, con una gran carga de curiosidad dentro de mi ser y me recibe el hombre, de aspecto muy serio, de gran cultura y una amplia amabilidad. Me hace pasar de inmediato a su estudio, como si el tiempo no puede esperarnos, me sirve una copa de vino tinto, completa la suya y me ofrece un cigarrillo que rechazo con educación.
A este hombre se le veía el aspecto de esas personas que nunca cuidan de su cuerpo e imagen, pero siempre desarrollan su mente al máximo, barba de días sin rasurar, cabello despeinado, la camisa del día anterior, la mitad dentro del pantalón y la otra mitad fuera. Jeans viejos de la moda anterior, con mucha historia que contar y zapatos clásicos, mocasines, que por comodidad utilizaba como sandalias, que nunca introducía los pies completos en ellos.
Sentados en las sillas de caoba, igual a su biblioteca, frente a frente, estira los brazos y mientras aspiraba un cigarro me hacía ver un escrito, un resumen de varios días o quizá noches de trabajo. La emoción hace que no lo escuche y enfoque todos mis sentidos en ese escrito casi ilegible que tenía en mis manos, mientras él hablaba yo realizaba uno de mis muy seguidos viajes mentales. ¿De dónde vengo? ¿Qué clase de personas nos dieron sus genes para ser lo que hoy somos? ¿Hacia dónde enfocaré la búsqueda de nuestros antepasados? ...y el hombre percatándose de mi ausencia me quita el documento con rapidez haciendo que le preste atención y dice:
“Quiero que tengas en cuenta que estos estudios se hacen lo más serio posibles, tratando de encontrar entre miles y miles de palabras, historias, hechos, cuentos y demás los aportes que den veracidad al resultado. Cada palabra debe tener sustentación, cada hecho debe estar registrado y cada origen de la información debe ser obsequiado a los lectores para que estos mismos, si así lo decidiesen lo verifiquen por cuenta propia.
Ahora bien, precisamente por ser historia, es probable que en algún escalón de nuestra historia no se encuentren soportes y es ahí en donde tenemos que decidir entre abortar la búsqueda, quedando la información hasta la fecha encontrada o nos convertimos en verdaderos detectives y uniendo datos de la pesquisa, hechos con nuestros conocimientos y experiencia y tomamos ese escalón en donde no encontramos referencias y lo ASUMIMOS como cierto según nuestro criterio, utilizando teorías antropológicas y continuamos con la búsqueda de más pruebas hasta llegar a lo que consideramos el origen de nuestra palabra”.
Me hizo saber, todavía entre vinos y cigarrillos, que "vuestro caso es el del detective", porque en un par de ocasiones no encontró el soporte de la información, aunque luego, después de estudiar la situación escogió una de las opciones, que, según su criterio y experiencia de más de treinta años de búsquedas, le indicaban era la correcta.
Por lo tanto, en la explicación que escribiré a continuación debemos ASUMIR que es “nuestra verdad”, teniendo en cuenta que hasta hoy no sabemos qué tanto por ciento de certeza corresponda a la información recolectada, pero sabiendo que el trabajo se hizo de la manera más seria, certera y profesional que se podía, por lo que personalmente pienso que, de no ser una imagen fiel de la historia, con fe creo que está muy cercana a la realidad.
Rivodó[1]
El apellido francés Rivodó es una variante del apellido Rivadeau, el cual se clasifica por ser de origen locativo, es decir que se basó al originarse en una característica topográfica, natural o artificial, cerca de la cual vivía o era dueño de tierras el fundador del linaje. En este caso en particular, el apellido Rivadeau se deriva del vocablo francés “rivaud”, con la acepción de “río”. Por lo tanto, se puede decir, que el portador inicial del apellido Rivadeau fue una persona que tenía su residencia cerca de un lugar donde corría un río. Son variantes del apellido Rivodó, Rivadeau, Ribadeau, Rivaud, Rivadeau, Ribeaudeux, Ribeaudeaux.
Entre las antiguas referencias que se hallan de este apellido o a una de sus variantes, se cita el matrimonio de Louis de Rivadeau y de Margarite Chabole, que tuvo lugar el 27 de noviembre de 1632, en Chaizelevicomte, Vendée. Sin embargo, las investigaciones aún continúan y puede ser que este apellido haya sido registrado en una fecha anterior a la arriba mencionada. Otra referencia, hace mención al nombre de Jean Rivaud, residente de Poilou, mencionado en 1681, mientras que Barbe Ribadeau, hija de Jean Claude Ribadeau y de Marie Val, fue bautizada el 1° de diciembre de 1724, en Rosieres-Aux Salines, Meurle y Mosela. Gabriel Ribadeau, hijo de Gabriel Ribadeau y de Renée Razin, nació el 9 de noviembre de 1782, en Doue-La Fontaine, Maine y Loire. Los apellidos hereditarios comenzaron a establecerse en las diversas regiones francesas en el siglo XII, sin embargo, no es hasta el siglo XVI que esta práctica se establece finalmente entre la población general. Hasta la fecha no se encuentra un escudo de armas registrado para la familia Rivodó, por lo que las armas que le corresponden, son las armas de su país de origen.
Bendiciones
Manuel Alfredo Padra Rivodó
[1] Trabajo realizado por THE HISTORICAL RESEARCH CENTER, INC.

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