viernes, 31 de julio de 2020

Cómo empieza esta travesía

 

PROFETA DEL PASADO... "Nada es azar".

         “llevaba dos días de camino sin detenerme más que a comer algunas jugosas frutas que encontraba entre árboles que aparecían y desaparecían, mangos, muchos mangos, así fue mi alimentación durante la travesía…”

         Muchas veces en mi infancia caminaba hacia el pasado, comprobando que mis profecías se cumplían, sí, es correcto, profecías del pasado. Constantemente mis momentos de soledad se llenaban de aventuras, constatando que mis predicciones de tiempos remotos eran ciertas, predicciones de un ayer que desconocía. Mi cerebro les daba forma, movimiento, sentido y quizá identidad a mis otras vidas anteriores.

          Luego de dos días, me encontraba a mí mismo en alguna situación extrema, algunas veces defendiendo a los necesitados, héroe del pueblo y orgullo del futuro, en grandes discusiones con los abusadores, con los que sacaban ventaja del débil, del anciano, del desposeído, siempre dispuesto a jugármela a cambio de la armonía.

          Recuerdo haberme visto de niño en fiera lucha, utilizando las armas de la época: Palos, simples palos, peleas, luchas y batallas que recuerdo en su totalidad, en el patio de mi casa, a solas, en secreto, solo conmigo y mis pensamientos, pero siempre dispuesto a averiguar qué tan ciertas eran mis profecías sobre el pasado.

          En mis meditaciones me gustaba caminar y caminar hasta llegar a aquella casa blanca, de un solo piso, con ciertos rasgos color crema y azul celeste, grandes ventanales, en donde me encontraba escribiendo poesía, con aquella ropa interesante, evidente de otra época, un poco curiosa, por no reír de cómo me veía debía concentrarme en mi búsqueda. Tengo la bondad de poder hacer viajes astrales y en cada uno aparece esa casa, esos colores, los puedo ver, sentir y en caída al vacío vuelvo al presente…

          Es posible que no se comprenda cómo se puede recorrer senderos durante días sin cansarse y casi sin comer, atravesando peligros y aventuras, descubriendo historias, realidades y fantasías, pero desde niño poseo un don que jamás he confesado.

          Poseo el don de desprenderme hacia el pasado, en largo viaje. Cuando se viaja en el tiempo, las distancias no se miden en metros, kilómetros, millas, son simplemente planos, se necesita traspasar barreras transparentes hasta encontrarse uno mismo o parte de uno en otro tiempo.

          Es curioso darse cuenta que muchas veces ni siquiera nos movemos, porque en el tiempo no hay distancias, sólo hechos.

          Cuando se viaja en el tiempo uno deja de ser el actor para convertirse en espectador, porque nosotros en el pasado somos muchos, somos partes, y de la suma de cada uno formamos el alma que somos hoy día y por la suma de ellos nacemos.

          Al vernos tiempo atrás, somos espectadores de una pequeña parte de nosotros, una pequeña parte de nuestra historia, una pequeña parte de nuestras habilidades y sentimientos, y hay que estar preparados para todo, porque será evidente que no todo nos gustará, veremos nuestras virtudes, veremos nuestro lado negativo, y estaremos ahí en primera fila, sin poder irrumpir, sin poder cambiar, sólo aprender.

... Corría el año 1997, vivía en México, cuando en uno de mis viajes me encuentro a un viejo chamán, maestro de alma pura y conversador entretenido.

Luego de escucharlo durante un largo rato, a lo mejor segundos, porque el tiempo en aquella dimensión dependía de nuestros sentimientos, el chamán me mira directo a los ojos, ríe en silencio y ante mi sorpresa me hace una pregunta, lo cual, para mí, me estaba leyendo la mente. ¿Quiéres saber realmente quién eres y a qué viniste? Claro está, él ya sabía la respuesta. ¡Sí!, tengo la curiosidad de saber a qué vine a este mundo, a lo que interrumpiendo mis palabras me dice haciéndome pensar: Tú no eres el presente, tú eres el resultado de la suma de tu pasado, de cómo evolucionaron tus padres, y los padres de tus padres y así hacia el pasado, hoy sólo muestras la cara, el cuerpo, el alma y el desarrollo que de ti, el destino y las circunstancias han moldeado de las existencias anteriores.

          “Nada del presente es azar, con absoluta precisión, nada es azar”.

          Comenzando por tu nombre y tus apellidos. Cada nombre identifica a una persona y según la circunstancia fortalece o debilita. Cada apellido trae consigo una carga emocional, un por qué, una historia y un futuro.

          Detuve mi conversación con el chamán, cuando rompiendo mi soledad en aquel hermoso lugar desértico, una mujer se presenta a mi lado preguntando cómo regresar, porque se había extraviado.

          El chamán, con un pequeño gesto me indica que la guíe, porque nadie como él sabe lo difícil y peligroso que significa perderse en esas tierras de nadie, por lo que accedo a acompañarla de regreso, no sin antes agradecer al chamán por su enseñanza y conversación espiritual, y antes de irme, éste me recuerda: "Nada en la vida es azar, pon atención a cada detalle, inclusive en este momento".

          Puedo decir que he vivido hasta la actualidad sin prestar mucha atención a los detalles de la vida, las causalidades y el destino, por lo que las palabras del maestro se quedan en mi mente grabadas con mucha curiosidad.

          “Cómo sabes quién eres si no conoces tu pasado”. “Nada es azar”.

De regreso con la dama comienza nuestra conversación, ella me pregunta extrañada la razón de mi soledad en estas tierras, a lo que le comento que jamás me encuentro solo, estoy conmigo y mi pasado, con otros yo, diferentes a mi actual yo, pero en alma y mandato siempre yo, además conversaba con el chamán y ella un poco extrañada me comenta que yo estaba sólo, en una especie de trance, como si estuviera rezando, por lo que le costó interrumpirme para preguntar sobre el camino a seguir. No hay duda, la presencia del maestro era espiritual.

            Presentándonos, entonces, justo a unos segundos comienzan las causalidades, repito, causalidades, de causal. La dama al escuchar mis apellidos PADRA RIVODÓ me comenta que ella es filóloga y especialista en lenguas, y me explica que Padra es un apellido de una palabra que pareciera venir del griego, quizá descendiente de Badra y éste de Petra, al parecer utilizado por los Fenicios o antes, pero es probable que sea un sobrenombre, gente bonita, "CARA DE LUNA". De mi otro apellido RIVODÓ, me dice que es evidente francés, seguro castellanizado, afirma al comentarle cómo es en su forma original, (Ribeaudeaux).

El maestro llegó a mi mente nuevamente y comienzo a hilar los hechos. Quiero saber quién soy y me encomienda estudiar el pasado y ahora me consigo a esta dama, en medio de cualquier parte, filóloga y me da pistas de cómo comenzar mi estudio de un pasado que vive en el presente.

            “Nada es azar”

Acá comienza el interés por la genealogía de mi familia.


Bendiciones

 

Manuel Alfredo Padra Rivodó


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