PROFETA DEL PASADO... "Nada es azar".
“llevaba dos días de camino sin detenerme más que a comer algunas jugosas frutas que encontraba entre árboles que aparecían y desaparecían, mangos, muchos mangos, así fue mi alimentación durante la travesía…”
Muchas veces en mi infancia caminaba hacia el pasado, comprobando que mis profecías se
cumplían, sí, es correcto, profecías del pasado. Constantemente mis
momentos de soledad se llenaban de aventuras, constatando que mis predicciones
de tiempos remotos eran ciertas, predicciones de un ayer que desconocía. Mi cerebro
les daba forma, movimiento, sentido y quizá identidad a mis otras vidas
anteriores.
Luego de dos
días, me encontraba a mí mismo en alguna situación extrema, algunas veces
defendiendo a los necesitados, héroe del pueblo y orgullo del futuro, en
grandes discusiones con los abusadores, con los que sacaban ventaja del débil,
del anciano, del desposeído, siempre dispuesto a jugármela a cambio de la
armonía.
Recuerdo
haberme visto de niño en fiera lucha, utilizando las armas de la época: Palos,
simples palos, peleas, luchas y batallas que recuerdo en su totalidad, en el
patio de mi casa, a solas, en secreto, solo conmigo y mis pensamientos, pero
siempre dispuesto a averiguar qué tan ciertas eran mis profecías sobre el
pasado.
En mis
meditaciones me gustaba caminar y caminar hasta llegar a aquella casa blanca,
de un solo piso, con ciertos rasgos color crema y azul celeste, grandes
ventanales, en donde me encontraba escribiendo poesía, con aquella ropa
interesante, evidente de otra época, un poco curiosa, por no reír de cómo me
veía debía concentrarme en mi búsqueda. Tengo la bondad de poder hacer viajes
astrales y en cada uno aparece esa casa, esos colores, los puedo ver, sentir y
en caída al vacío vuelvo al presente…
Es posible
que no se comprenda cómo se puede recorrer senderos durante días sin cansarse y
casi sin comer, atravesando peligros y aventuras, descubriendo historias, realidades
y fantasías, pero desde niño poseo un don que jamás he confesado.
Poseo el don
de desprenderme hacia el pasado, en largo viaje. Cuando se viaja en el tiempo,
las distancias no se miden en metros, kilómetros, millas, son simplemente planos,
se necesita traspasar barreras transparentes hasta encontrarse uno mismo o
parte de uno en otro tiempo.
Es curioso
darse cuenta que muchas veces ni siquiera nos movemos, porque en el tiempo no
hay distancias, sólo hechos.
Cuando se
viaja en el tiempo uno deja de ser el actor para convertirse en espectador,
porque nosotros en el pasado somos muchos, somos partes, y de la suma de cada
uno formamos el alma que somos hoy día y por la suma de ellos nacemos.
Al vernos tiempo
atrás, somos espectadores de una pequeña parte de nosotros, una pequeña parte
de nuestra historia, una pequeña parte de nuestras habilidades y sentimientos,
y hay que estar preparados para todo, porque será evidente que no todo nos
gustará, veremos nuestras virtudes, veremos nuestro lado negativo, y estaremos
ahí en primera fila, sin poder irrumpir, sin poder cambiar, sólo aprender.
... Corría el año 1997, vivía en
México, cuando en uno de mis viajes me encuentro a un viejo chamán, maestro de
alma pura y conversador entretenido.
Luego de escucharlo durante un
largo rato, a lo mejor segundos, porque el tiempo en aquella dimensión dependía
de nuestros sentimientos, el chamán me mira directo a los ojos, ríe en silencio
y ante mi sorpresa me hace una pregunta, lo cual, para mí, me estaba leyendo la
mente. ¿Quiéres saber realmente quién eres y a qué viniste? Claro está, él ya
sabía la respuesta. ¡Sí!, tengo la curiosidad de saber a qué vine a este mundo,
a lo que interrumpiendo mis palabras me dice haciéndome pensar: Tú no eres el
presente, tú eres el resultado de la suma de tu pasado, de cómo evolucionaron
tus padres, y los padres de tus padres y así hacia el pasado, hoy sólo muestras
la cara, el cuerpo, el alma y el desarrollo que de ti, el destino y las
circunstancias han moldeado de las existencias anteriores.
“Nada del presente es azar, con absoluta precisión, nada es azar”.
Comenzando
por tu nombre y tus apellidos. Cada nombre identifica a una persona y según la
circunstancia fortalece o debilita. Cada apellido trae consigo una carga
emocional, un por qué, una historia y un futuro.
Detuve mi
conversación con el chamán, cuando rompiendo mi soledad en aquel hermoso lugar
desértico, una mujer se presenta a mi lado preguntando cómo regresar, porque se
había extraviado.
El chamán,
con un pequeño gesto me indica que la guíe, porque nadie como él sabe lo
difícil y peligroso que significa perderse en esas tierras de nadie, por lo que
accedo a acompañarla de regreso, no sin antes agradecer al chamán por su
enseñanza y conversación espiritual, y antes de irme, éste me recuerda:
"Nada en la vida es azar, pon atención a cada detalle, inclusive en este
momento".
Puedo decir
que he vivido hasta la actualidad sin prestar mucha atención a los detalles de
la vida, las causalidades y el destino, por lo que las palabras del maestro se
quedan en mi mente grabadas con mucha curiosidad.
“Cómo sabes quién eres si no conoces tu pasado”. “Nada es azar”.
De regreso con la dama comienza
nuestra conversación, ella me pregunta extrañada la razón de mi soledad en
estas tierras, a lo que le comento que jamás me encuentro solo, estoy conmigo y
mi pasado, con otros yo, diferentes a mi actual yo, pero en alma y mandato
siempre yo, además conversaba con el chamán y ella un poco extrañada me comenta
que yo estaba sólo, en una especie de trance, como si estuviera rezando, por lo
que le costó interrumpirme para preguntar sobre el camino a seguir. No hay
duda, la presencia del maestro era espiritual.
Presentándonos,
entonces, justo a unos segundos comienzan las causalidades, repito,
causalidades, de causal. La dama al escuchar mis apellidos PADRA RIVODÓ me
comenta que ella es filóloga y especialista en lenguas, y me explica que Padra
es un apellido de una palabra que pareciera venir del griego, quizá
descendiente de Badra y éste de Petra, al parecer utilizado por los Fenicios o
antes, pero es probable que sea un sobrenombre, gente bonita, "CARA DE
LUNA". De mi otro apellido RIVODÓ, me dice que es evidente francés, seguro
castellanizado, afirma al comentarle cómo es en su forma original, (Ribeaudeaux).
El maestro llegó a mi mente
nuevamente y comienzo a hilar los hechos. Quiero saber quién soy y me
encomienda estudiar el pasado y ahora me consigo a esta dama, en medio de
cualquier parte, filóloga y me da pistas de cómo comenzar mi estudio de un
pasado que vive en el presente.
“Nada es azar”
Acá comienza el interés por la
genealogía de mi familia.
Bendiciones
Manuel Alfredo Padra Rivodó

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