POR QUÉ UN ÁRBOL
GENEALÓGICO
En vista de que he recibido muchas peticiones de familia,
amigos y conocidos que les muestre este escrito, por razones personales,
cultura, personas que se dedican a realizar " el árbol de la vida",
otros "Constelaciones familiares", genogramas, un par de amigos
psicólogos y gente que no he tenido el placer de conocer, he decidido colocarlo
acá y hacerlo público.
UN ÁRBOL GENEALÓGICO
Mucha gente en mi entorno me pregunta por qué mi interés en
la genealogía de mi familia, otros lo disfrutan 5 minutos y luego nunca más,
algunos otros un poco más, juegan con el tiempo y la memoria, llorando y riendo
los recuerdos.
Triste aquellos que lo ignoran, porque dicen vivir el
presente y que el pasado no cambia nada del ahora “real presente”, sin darse
cuenta que ellos son la suma de un pasado inmenso.
Esas características, pasiones, comentarios, burlas,
diferencias y creencias han rondado en mi corazón por mucho tiempo, al no saber
explicar el por qué de mi amor por nuestras raíces, el éxtasis que me produce
encontrar un dato, alguna historia, alguna característica que me haga
retroceder en el tiempo de mis ancestros.
Es difícil explicar mi pasión y mi romance con la historia,
pero he encontrado una forma de explicar lo qué nos deja un árbol genealógico,
se quiera o no!
En su libro “La tierra como
escuela” el doctor Roberto Crottogini, nos da una clase de antroposofía
(del griego “anthrōpo” que significa Hombre y del griego “sophía” que significa
Sabiduría), y hace un estudio de la naturaleza humana.
En este libro que nos trata de explicar las etapas de la vida, dividida en septenios, nos hace ver que el primer septenio de nuestra vida, desde que nacemos hasta los 7 años es el septenio del cuerpo físico. En la concepción, la vida no es nuestra, es un milagro, recibimos vida a través de la madre.
De recién nacido no se tiene conciencia, no se sabe quién
es, comienza el proceso del desarrollo del cuerpo en pos del desarrollo del yo,
es la etapa que necesita el cuerpo para madurar. Durante este septenio, el niño
está formando su cerebro, por lo tanto, la madre, el entorno, las vivencias son
las que definen la búsqueda inicial de un ser. Es exactamente ahí que
comenzamos a ser, que comenzamos a programar nuestra computadora y preparar las
carpetas que de inmediato comenzaremos a llenar de archivos, archivos éstos que
serán transmitidos desde el exterior directo y sin intermediario. Acá las
células graban su memoria.
Para los siguientes
septenios luego de comenzar a convertirnos en seres pensantes y racionales, los
terapistas Mónica McGoldick y Randy Gerson en su libro “Genogramas en la
evaluación familiar” nos enseñan que con una representación gráfica en
forma de árbol genealógico (genograma) de al menos 3 generaciones podemos tener
una información amplia sobre la familia y hacer una hipótesis entre la relación
de algún problema o característica y el contexto familiar, su evolución a lo
largo del tiempo y su relación con el ciclo vital de la familia.
Los hijos al comienzo de su vida, antes de formar su yo, son el acumulado de información recibida en su entorno cercano, en donde algunas características son abordadas por herencia genética, pero desarrolladas igualmente por su entorno, y otras características son la suma de experiencias, enseñanzas y modelaje.
En su programa de radio,
VOLVER A EMPEZAR, mi maestro de PNL, el doctor y genio multifacético José Cruz Ramírez (Radio
Centro 10.30 am, México), nos hace un resumen de todos estos libros y alguna
otra información recogida día a día, transmitida en resumen a través del árbol de
la vida, y nos indica lo siguiente, además de lo escrito anteriormente:
Según el Family Institute at Northwestern University, de donde son directores
los autores del libro de Genogramas anunciado anteriormente, sabemos que los rasgos
físicos vienen con la combinación de los genes, en donde los genes dominantes
nos darán las características principales a esos rasgos.
En un estudio realizado por Saint Louis University School of
Public Health, dirigido por el profesor James Romeis, se ha descubierto después
de un profundo estudio, que los genes son los responsables del 33% de como nos
sentimos físicamente, del 36% de nuestro estado mental y emocional, en cambio
sólo entre cero al 12% es responsable el medio ambiente de nuestro estado y
sentimientos.
Es complicado, pero se sabe que un pequeño grupo de nuestros
genes ocasiona rasgos patológicos de la conducta, pero deben ser sumado a los
factores del ambiente, factores sociales, geográficos y familiares.
El cerebro tiene ciertas características desde que nace, dadas
a través de los genes paternos y maternos, pero el desarrollo depende de
infinitos factores.
El desarrollo de la conciencia individual del niño le llega
a través de la “Herencia Sistémica” de su entorno familiar, incluidos padres,
abuelos, hermanos, familiares y amigos cercanos, primeros maestros.
De la familia se recibe la tecnología de la voz, proveniente
del sistema familiar, igualmente la tecnología del movimiento copiado en el
primer septenio de sus padres, anclaje grabado en el inconsciente en la memoria
de tus células, es un modelado perfecto.
LA HERENCIA SISTÉMICA
se transmite a través de 4 puntos:
1.- DICTADOS: Que nos dejan las creencias, se repite en la
familia constantemente. (Los hombres no lloran..., las mujeres no deben..., la
felicidad no existe...). En este punto es donde desarrollamos creencias que en
la mayoría de los casos nos debilitan ante la sociedad, o nos hacen tomar
acciones erradas, parte de la inacción con afirmaciones colocadas en nuestro
cerebro como un surco que le impide al cerebro analizar otras posibilidades de
acción.
2.-DECRETOS: De acá formamos nuestra conducta. Se diferencia
del punto anterior principalmente en la fortaleza de la sentencia (En esta casa
no se bebe..., nuestra familia se comporta de tal y cual modo). En este punto
se forma la conducta “dirigida”, que no es desarrollada por el niño, sino
inducida, un comportamiento grabado a través de la repetición, rasgos como la
xenofobia, el racismo, la homofobia, conductas y comentarios automáticos que
nunca se analizan, sino se repiten.
3.-SECRETOS: De acá formamos las heridas (Falta o exceso de
confianza, personalidad, realidad distorsionada, empatía...). Un ejemplo es
aquella familia que adopta a un hijo, y deciden no decirlo jamás, mantenerlo en
secreto, cueste lo que cueste. Ante tal situación deciden que la vida debe
llevarse a través del silencio y de jamás permitir que otros puedan entender su
realidad familiar, todo lo ocultan, jamás dan información a terceros, creando
heridas al niño que luego de adulto se transforma en problemas de conducta,
personalidad, inclusive, a pesar de que el niño adoptado, bajo relación de
sangre no pertenece a las familias paterna y materna, desarrolla la creencia,
generada por el secreto familiar que él o ella tienen más “pedigree” que el
resto, rasgos de pureza que otros no tienen y que cualquier información
perteneciente a la historia familiar no debe ser revelada, porque los otros
familiares no las merecen o la utilizarán en mala vía, afectándolos a ellos
mismos.
4.-RESENTIDOS: Nos forman las deficiencias (Las culpas de nuestro fracaso siempre será por culpa ajena). No pases debajo de esa escalera, es mala suerte...y luego de adulto, cuando algo malo sucede culpamos a la escalera, o por ejemplo Conversar sobre las metas traen malas energías y no se realizan...generando un patrón de fracaso y siempre culpamos a que comentamos y jamás vemos la realidad de los otros factores.
Cada uno de nosotros
tiene lo que Bert Helliger y Angélica Olvera llaman INTELIGENCIA TRANSGENERACIONAL,
analizada a través de la “terapia alternativa de la Constelación Familiar”, que
consiste en el aprendizaje tomado a través del tiempo entre generación y
generación y nos permite comprender mejor a las personas, dando sentido a la
vida. De alguna forma, la información y emociones del pasado remoto, se
transmiten como parte del patrimonio familiar, comunitario, social y/o
cultural.
Un punto importante a
tomar en cuenta es que un porcentaje importante de la influencia, pensamientos,
ideas y comportamientos de las personas, son dictadas en su primer septenio por
la madre, tal como lo indica Geneviéve Morel en su libro “La ley de la madre”. El
inconsciente del niño adquiere las ideas maternas cimentadas en modelos
ambiguos de sexualidad que han sido encadenadas y lo marca de forma definitiva.
Se sabe que la madre dicta patrones que el hijo varón, de forma inconsciente
refleja hasta en su edad adulta, como el tipo de mujer que desea de pareja o
quizá las amistades y valores que debe compartir. El padre tiene un efecto
diferente, que inculca la parte de modelo físico, como los deportes.
Patrice Van Eersel y
Catherine Maillard nos dicen en su libro “Mis antepasados me duelen:
Psicogenealogía y constelaciones familiares” el siguiente lema:
“Estés donde estés tu familia siempre está contigo: Acéptala
y bendícela, pero libérate de ella”.
La psicóloga Martha
Alicia Chávez Martínez escribe en su libro “Tu hijo, tu espejo: Un libro para
padres valientes” lo siguiente:
“Los padres proyectamos en nuestros hijos nuestras expectativas de la vida, nuestras frustraciones, nuestras etapas de la infancia o adolescencia sin resolver, nuestros "hubiera" y nuestras necesidades insatisfechas, esperando inconscientemente que ellos se conviertan en una extensión de nosotros mismos y que cierren esos asuntos inconclusos. Conocer la "parte oculta" de nuestra relación, comprender por qué ese hijo, específicamente ése, nos saca tan fácil de nuestras casillas, por qué nos desagrada, por qué nos es tan difícil amarlo, por qué estamos empeñados en cambiarlo, por qué lo presionamos con tal insistencia para que haga o deje de hacer, nos abre la puerta a la posibilidad de un cambio profundo en la relación con él”.
Adicional el realizar el árbol genealógico nos da
conocimientos multidisciplinarios. Nos hace conocer la historia, porque es de
suma importancia estudiarla para entender lo que sucedía con cada uno de
nuestros ancestros y poder encontrarlos entre el resto de la población de la
época, nos hace entender la sociología de la época que estudiamos, llegando
hasta la influencia en nuestra familia inmediata y nuestra persona, también nos
hace conocer sobre antropología porque debemos estudiar a fondo la parte
social, económica, física y moral de la época. En muchos tenemos que estudiar
psicología para lograr éxito en nuestra búsqueda, porque a través del
comportamiento y lo estimado de nuestro ancestro tomaremos pistas de dónde y
cuándo debemos buscar información del pasado al que pertenece.
Luego habría que mencionar por supuesto el derecho, la
onomástica, la heráldica, estadística, etc. Un árbol genealógico es un estudio
a profundidad de nuestro pasado para poder entender nuestro presente.
Un árbol genealógico,
permite estudiarnos a nosotros a fondo, desde varios frentes, dándonos las
herramientas para corregir nuestros errores generacionales y de conducta,
entender nuestro entorno personal, reforzar nuestras fortalezas, entender y
progresar en nuestras creencias y en mi opinión, lo principal, nos da la llave
para evitar repetir nuestros errores que se han transmitido de generación en
generación e inculcarle a nuestros hijos nuevos valores y darles herramientas
desarrolladas de este análisis.
"El método CMR que utiliza Luis Ángel Díaz, autor del libro La memoria en las células, desbloquea esta memoria atrapada, liberándonos de estos recuerdos celulares con nos condicionan"
“El que no conoce su pasado, no sabrá hacia dónde dirigir su futuro y cometerá los mismos errores”.
Finalmente puedo decirles que nuestro árbol genealógico nos
permite:
- Retomar relaciones familiares estancadas.
- Conocer a familiares que desconocíamos su presencia hasta
este día.
- Entender nuestra conducta y entorno familiar.
- Antecedentes médicos.
- Espiritualidad.
- IDENTIDAD.
Estas son algunas razones por las que con profundo interés
estudio las raíces de mi familia.
Manuel Alfredo Padra Rivodó