domingo, 11 de junio de 2023

Félix Baldomero Rivodó Palomina (Sénior)

RIVODÓ PALOMINA (SÉNIOR), FÉLIX BALDOMERO.

 



 

A nuestro juicio, nuestro mayor representante, luego de su padre, la base y ejemplo de la familia a nivel cultural, comercial y social. Es nuestro HÉROE post independencia más grande y brillante, que se ha mantenido en muy bajo perfil.

Corría el año 1814, Venezuela tenía olor a muerte, destrucción, la independencia se sentía lejos, el terror, la tristeza, el abandono eran parte del sentimiento de cualquier poblador de las tierras que el cruel y resentido José Tomás Boves arrasaba. La Emigración a Oriente lleva a José Francisco Rivodó Laguna hasta la isla holandesa de Curazao, y como el destino no deja nada al azar, ese tiempo sirvió para que conociera a Ana Palomina Sénior.

Nos gusta pensar que quedó prendado de tan hermosa dama y nos imaginamos los tiempos de cartas que iban y venían, la poesía que rondaba los sentimientos y pasiones.
               Durante cuatro años, ese amor se fue materializando y para el año 1819 se casan en la Isla, jurándose amor eterno, junto al primer retoño, Francisca Antonia, que tuvo la hermosa osadía de acompañarlos a la boda para nacer 2 meses más tarde.

José Francisco Rivodó Laguna regresa a su patria, pensamos que su reciente esposa se quedó en la isla por la situación que atravesaba Venezuela y para el año 1820 le es encomendado un trabajo en la ciudad de Maracaibo y cada cierto tiempo, entre carta y carta, poesía y poesía, sonrisas y lágrimas de distancia, visitaba desde Maracaibo a su amada en la isla, entre esas visitas la gran noticia, el primer varón de la familia está en camino.

Félix Baldomero Rivodó Palomina (Sénior) nació en Curazao[1] en marzo de 1821[2]. Holandés de nacimiento, venezolano por su padre, francés por su abuelo, cumanés/aragonés por su abuela, de corazón guaireño por la vida, son las patrias y lugares que lleva dentro de su corazón y que lo convierten en un futuro en un hombre de mundo, de visión, de realidades.

En todas las biografías que le hacen referencia, indican que nace en Cumaná, error que creemos justificar porque luego de pasar un par o quizá tres años en su tierra de nacimiento, luego del nacimiento, aún siendo párvulo su madre llega a Cumaná, a casa de la familia de su suegra, los Laguna Soriano, motivado a que su padre por motivos laborales, aún permanece en Maracaibo. Poco tiempo después, regresa José Francisco y juntos, con Ana y los dos hijos parten a La Guaira[3]. Por esta razón, sus conocidos, allegados, vecinos y personas que lo conocieron, sabiendo que había llegado desde Cumaná junto a sus padres, asumieron que era nacido en aquella ciudad.
                Otro argumento que pudiera ser, es que fue bautizado en Cumaná, y no se puede comprobar, porque los libros y registros de bautismos de la época desaparecieron.

Sabemos que pasó su juventud en el puerto de La Guaira, donde realizó sus estudios iniciales hasta los 14 años, cuando los abandonó.

Desde joven se inicia en los negocios, con una pequeña tienda de mercancías secas y con diversos socios a través del tiempo. Comparte junto a personalidades pertenecientes a la Logia Masónica, de la cual se hace miembro más adelante y comienza a destacar poco a poco. Sabemos que Félix Baldomero Rivodó Palomina (Sénior) era políglota, pero ignoramos con certeza cuáles y cuántos idiomas hablaba o entendía, aunque por historias familiares y textos que tenía en casa, podemos decir que entre las lenguas que hablaba, estaban el alemán, italiano, francés, inglés y español, y en sus libros, más tarde, hace mucha mención del Griego y del Latín como referencia a sus trabajos, pero desconocemos hasta dónde llegaban sus habilidades en esos idiomas.
               Su cultura y conocimientos crecen debido al ambiente masón en el que se desenvuelve y su avidez autodidacta de conocimiento.
               A los 24 (veinticuatro) años, en unión de su gran amigo, judío, masón y también nacido en la isla de Curazao, Isaac José Pardo Nehemías, durante la presidencia de Carlos Soublette, amigo de su padre, instalan la primera imprenta de La Guaira en julio de 1845 y la llamaron IMPRENTA GUAIREÑA[4], que funcionó recién inaugurada en la Calle León, N° 45, luego mudada a la Calle Ricaurte, N° 1, ambas en La Guaira.  Anterior a ellos, sólo existía en La Guaira, desde 1823[5] una litografía introducida al país por el coronel, nacido en Cumaná en el año 1792, Francisco Avendaño, siendo comandante del puerto de La Guaira, información que aparece en un artículo publicado en el periódico El Promotor, del 26 de febrero de 1844[6]. El principal trabajo de ambos (Rivodó y Pardo) eran sus almacenes comerciales y levantaron la imprenta con escaso dinero, que alcanzaba con esfuerzo los dos mil pesos. Junto con la imprenta nace el primer periódico del Puerto, llamado El Vigía, periódico que se limitaba a informar de los movimientos marítimos, avisos de compra y venta, traducciones, copias de otros periódicos nacionales e internacionales y esencialmente a las veladas y masónicas, Logia a la cual ambos pertenecían[7]. Según información de Amador Clark Piñerúa en su libro La Guaira: Crónicas Portuarias, “La imprenta Guaireña se mantuvo imparcial, pese a las beligerancias políticas de conservadores y liberales”. La primera publicación de esta empresa, fue una pequeña hoja escrita por José Quintín Suzarte con información de la celebración del 5 de julio.
                La imprenta Guaireña fue regentada por Manuel José Rivas, célebre tipógrafo de la capital.
                Félix Baldomero Rivodó Palomina (Sénior) hacía funciones de redactor de El Vigía y en su imprenta se editaron el semanario “La Revista”[8], redactado por José Quintín Suzarte, el periódico “La Estrella”, redactado por Lisandro Ruedas, el periódico “La Paz” finalizando la década con la publicación “El Pueblo” de los mismos Pardo y Rivodó. Luego de 5 años de receso, publicaron “El Cronista”, un diario del que se publicaron 855 números, finalizando por la muerte de su editor, Juan Bousquet. Según reseña Amador Clark Piñerúa, en la Imprenta Guaireña, también se publicó por un año “El Noticioso” y por otro corto tiempo la publicación de la Logia Masónica “La Prudencia”.

                Félix Baldomero Rivodó Palomina (Sénior) a la par de la imprenta, era dueño de unos almacenes comerciales, el primero de ellos ubicado en La Guaira, en la Calle del Comercio, dedicado a la mercadería general, mayorista, incluso hacía las veces de agente aduanal y representante de empresas de Caracas. Fue un comerciante con mucho éxito, importando su mercancía desde Inglaterra, Francia incluida Fort de France, España y consolidados de varios países comprado en San Tomas, negociando mercaderías secas, de no alimentos, incluidas mueblería, herramientas, quincallería en general, ropa y muchos otros, los cuáles eran publicadas sus entradas y publicidades en el diario El Federalista. Tenía sociedad en los almacenes con un alemán de apellido Kreützer, los cuales quedó disuelta el 1° de octubre de 1867[9], cuando en decisión acordada con la viuda de éste, luego de su muerte, cambiando la denominación comercial de la Empresa por B. Rivodó y Cia., en la cual, la misma viuda continuaba ejerciendo algunas cuantas funciones, característico de la bondad de Félix Baldomero Rivodó Palomina (Sénior), que fue reconocido como una persona altruista por toda la ayuda humanitaria que daba a todas las personas que le fuera posible.

               

El primero de enero de 1859, se pone en circulación la primera serie de sellos postales de Venezuela, conocida como “Escudo de Venezuela”, impresa en Estados Unidos, siendo Félix Baldomero Rivodó Palomina (Sénior) el primero en utilizarlas en correspondencia enviada a nombre de la empresa Kreützer y Rivodó.

 


Imagen 2: Primera serie de sellos postales de Venezuela

 


Imagen 3: Carta fechada 7 enero 1859 con estampilla de la primera serie

 


Imagen 4: Escasa combinación de franqueo francesa-venezolana[10]

 

                                                                      

Félix Baldomero Rivodó Palomina (Sénior) fue un hombre autodidacta. Don Elías Xerolo Herrera[11], intelectual español, gramático y filólogo, periodista y escritor, escribe sobre Rivodó: “El señor Rivodó no ha sido a la vez comerciante y literato; es verdad que allá en su juventud escribió algunos artículos en los periódicos, más su carrera literaria comienza cuando después de medio siglo de edad abandonó el comercio, hecha la fortuna que para sí y los suyos creyó suficiente”[12]. Comentario cierto pero no en su totalidad, porque sabemos que la pasión de Félix Baldomero Rivodó Palomina (Sénior) era la literatura, siempre en amenas conversaciones con sus amigos, los hermanos Calcaño, Rafael María Baralt, Modesto Urbaneja, Juan Bautista Urbaneja, Antonio Guzmán Blanco, Cecilio Acosta, Juan José Breca y muchos otros importantes escritores, historiadores y pensadores venezolanos, con los que poco a poco fue llenando sus conocimientos sobre la lengua castellana, pero sin concretar trabajos públicos, sino para uso personal, además de haber adquirido fuertes conocimientos, debido al estudio de los otros idiomas que hablaba, y a partir de cumplir sus 50 años, se dedica en exclusividad a la filología.


UNISIONISTAS Y SEPARATISTAS.

Luego de que América se libera del yugo español, en Argentina se vivía una época en donde se rechazaba hasta el idioma castellano como consecuencia de la reacción anticolonial, en la cual, las formas habladas y escritas fueron consideradas el símbolo de la barbarie y del extranjerismo[13].
                En Argentina, la independencia produjo polémicas entre la lengua y la nación, en donde algunos filólogos consideraban que debían separarse de los conquistadores españoles inclusive en la lengua, siendo ellos quienes indican que la lengua argentina era distinta a la del español peninsular.
                Para 1837 nace una “corriente separatista” que abogaría por una “total independencia de España”, bautizada luego como “Asociación de Mayo en 1846”, siguiendo los pensamientos del filósofo, teólogo y crítico literario alemán Johann Gottfried Herder, que era partidario de la emancipación de la literatura alemana de las influencias extranjeras, y era encabezada por los pensadores  argentinos Juan María Gutiérrez, Juan Bautista Alberdi, Domingo Faustino Sarmiento y Esteban Echeverría e incluyendo al uruguayo Bartolomé Mitre y al chileno José Lastarria[14], que proclamaban la total independencia de España, incluido el aspecto lingüístico.
               Jorge Luis Borges también partícipe separatista, más adelante afirmará: “La historia Argentina es la historia de la separación y distanciamiento voluntario de España, y que el placer por la literatura española es fruto del esfuerzo personal y de un especial aprendizaje, pero nunca del gusto natural como puede ser la lectura de la literatura francesa e inglesa”.[15].

                Andrés de Jesús María y José Bello López, o simplemente Don Andrés Bello, fundador del Colegio de Santiago, siendo inspirador para la creación de la Universidad de Chile en 1842, y nombrado su primer rector, comienza a preparar una de sus principales obras literarias: “La Gramática de la lengua castellana, destinada al uso de los americanos”, la cual sirve como base opositora al grupo separatista de la lengua que se venía gestando desde 1837 y se hace realidad definitiva en 1846, en donde menciona con sus propias palabras sobre su trabajo: «se dirigen a mis hermanos, los habitantes de Hispanoamérica. Juzgo importante la conservación de la lengua de nuestros padres en su posible pureza, como un medio providencial de comunicación y un vínculo de fraternidad entre las varias naciones de origen español derramadas sobre los dos continentes».
Don Andrés Bello es nombrado miembro honorario de la Real Academia de la Lengua Española (RAE) y sirve de inspiración, junto a los trabajos del amigo de la familia,  Rafael María Baralt, que visitaba en sus viajes a Madrid, para que Félix Baldomero Rivodó Palomina (Sénior) iniciara con su inquietud en lo referente al estudio de la lengua castellana.

                Félix Baldomero Rivodó Palomina (Sénior) en Venezuela, ya retirado del comercio, decide enfocar sus fuerzas en trabajos de filología de la lengua castellana, formando parte principal de la corriente unisionista, siguiendo a Don Andrés Bello, uniendo luego ideas con diferentes importantes filólogos latinoamericanos, como lo fueron el colombiano Rufino José Cuervo (1844-1911), el nicaragüense Juan Eligio de la Rocha (1815-1873), el costarricense Carlos Gagini (1865-1925) y el guatemalteco Antonio Batres Jáuregui (1847-1929)[16], atemorizados ante el posible desmembramiento de la lengua castellana en diversas lenguas y dialectos, tal cual le sucedió al latín.

                Félix Baldomero Rivodó Palomina (Sénior) se presentaba en sus libros como Baldomero Rivodó y así comenzamos su resumen.

                Para 1872, saca a la luz en Caracas, Venezuela, su primer trabajo, titulado “Prontuario de la acentuación castellana”, editada por la Imprenta de I. Pumar, idea surgida, según lo indica en el propio libro en el prólogo de la primera edición, por las diferentes versiones en el uso de los acentos, tanto de la Real Academia Española, como de varios ilustres autores que ya habían desarrollado el tema al respecto, por lo que se les “ocurrió la idea de formar un Prontuario  , anotando en él, con el mejor orden posible, una colección de aquellas reglas que a nuestro juicio fueran más aceptables” y más adelante indica que “cuando emprendimos este trabajo, que creíamos breve y muy fácil de hacer, sólo pensábamos dedicarlo a nuestro uso particular; pero después, estimulados por algunos de nuestros amigos, hemos resuelto darlo a la prensa, con la esperanza de que podrá ser también de algún provecho para los demás…”

                Este texto escrito por el propio Rivodó, confirma nuestra diferencia con lo enunciado por el ilustre Elías Zerolo, y comprobamos que ha sido a la vez filólogo y comerciante, llevadas de la mano, hasta que se anima a la dedicación exclusiva de la filología.

                En el año 1874, en Caracas, Venezuela, publica, utilizando la Imprenta Nacional, su nuevo libro, titulado “Nociones de Ortología castellana”, siendo éste un texto auxiliar de los amplios tratados gramaticales elaborados por otros autores[17]. Para realizar este trabajo, Rivodó consultó ampliamente las obras de Andrés Bello y Mariano José Sicilia como él mismo lo indica en su libro recién salido. Según Rivodó, la ortología consta de tres partes, la primera que trata de los sonidos, la segunda de los acentos y la tercera de las cantidades o tiempos. Este libro tratará de la primera parte, que es la que se le da especialmente el nombre de ORTOLOGÍA, mientras que las otras dos se les llaman también prosodia.

            “La ortología es al lenguaje oral lo que la ortografía es al escrito, por consiguiente, debemos esforzarnos por alcanzar una correcta elocución en la expresión oral, del mismo modo que intentamos una escritura correcta”[18]. Buscando el significado según la Real Academia Española tenemos que: Ortología. (Del gr. ὀρθολογία). 1. f. Arte de pronunciar correctamente y, en sentido más general, de hablar con propiedad.

               La novedad que trae este libro, es que en su primera sección ofrece un estudio sobre los números romanos, estudio que no se presentaba en otros manuales de Ortología. En su segunda sección nos explica los nombres de las palabras según su composición y combinación de vocales, con aclaraciones de palabras utilizadas en el castellano, pero provienen de otros idiomas. En la tercera y última sección, nos presenta una clasificación y análisis de las letras. Rivodó hace advertencia de que la información que nos presenta, no ha sido aceptada del todo por la Real Academia Española. En esta última sección, incluye una descripción detallada, de cada uno de los signos del alfabeto[19].

                Para el año 1878, en Caracas, Venezuela y su segunda edición en 1883 en París, Francia, entrega al público una nueva obra, “Tratado de los compuestos castellanos”, catalogada con grandes elogios por filólogos y críticos del mundo, como la escrita por el recordado pensador y crítico literario Manuel de la Revilla y Moreno, escrita en una de sus revistas bibliográficas de “El Globo”: “Un escritor venezolano, el señor Don Baldomero Rivodó, ha publicado el primer tomo de un importante y utilísimo trabajo, sin precedentes en España”, y luego agrega, “este erudito trabajo, que supone largos años de estudio y revela en su autor dotes excepcionales de gramático y filólogo, honra de sobremanera al señor Rivodó y a la cultura hispanoamericana, a la cual debemos, por vergonzoso que sea decirlo, los mejores trabajos de filología y gramática castellana de que tenemos noticia”[20].

                Diez años pasan para ver nuevamente luz una nueva obra. En 1888, París, Francia, publicó el “Diccionario Consultor ó Memorándum del escribiente”, donde se incluyen numerosos neologismos (venezolanismos entre ellos) y un catálogo de algunas voces extranjeras de frecuente uso entre nosotros. Rivodó hace una amplia reflexión y considera que deben ser incorporadas al idioma y tomadas en cuenta por los académicos de la Real Academia Española.

                Al año siguiente, en 1889, en París Francia, poco tiempo de la muerte de su querido hermano, el ilustre poeta, filósofo, músico, traductor y altruista Ermelindo Rivodó, como complemento del libro anterior, publica otra brillante obra, un nuevo libro titulado “Voces nuevas de la lengua castellana”. Glosario de voces, frases, y acepciones usuales y que no constan en el diccionario de la Real Academia Española en su duodécima edición. Seis partes enlazados entre sí, pudiendo ser cada uno una obra por separado, pero la relación entre cada uno, hace indispensable que estén todas presentes a la hora de su estudio[21].

                La importancia de tan exitosa y detallada obra consiste, en que al parecer, no siendo Rivodó el inventor del término “venezolanismos” ni el primero en utilizarlo, sí fue , según el profesor de la Escuela de Letras de la Universidad Central de Venezuela, doctor en Ciencias Sociales y magíster en Letras Edgar Colmenares del Valle, “el primero en proponer una clasificación que, a pesar de sus deficiencias, puntualizó los propósitos propios de una lexicografía venezolana”, tomando en cuenta que para Rivodó, los venezolanismos, no son solo abarcados en Venezuela, sino también en Colombia, Cuba y Puerto Rico[22]. Para el año 1884, en la duodécima edición del Diccionario de la RAE se habían incorporado 22 venezolanismos y para la edición decimotercera, publicada en 1899, aparecen 45 nuevos léxicos, muchos de ellos deben ser tener origen de las papeletas tomadas de la Academia de Venezuela y del libro de Baldomero Rivodó[23] Igualmente las diferentes terminaciones de ismos, fueron incluidas a sugerencia del mismo autor. Consta en las actas de la Academia, que los libros de Baldomero Rivodó y Elías Zerolo, se recibieron el mismo año de su publicación (actas de 14 de febrero y del 3 de octubre de 1889, respectivamente)[24]. Suponemos que las observaciones presentadas en ambos libros, motivó a algunos ajustes en el Diccionario que la Academia llevaba en proceso a su próxima edición. Otro punto en consideración, que la crítica y análisis positivo que hace el reconocido Elías Zerolo sobre el libro de las voces nuevas de  y la crítica tan veraz al trabajo de la Academia, haya sido factor importante en la decisión de incluir parte del trabajo del brillante Baldomero Rivodó en la edición número trece del Diccionario de la Real Academia, publicada en ese mismo año.

                Sabemos que Rivodó no pertenecía a la Academia Venezolana de la Lengua, pero su influencia dentro de la misma era evidente, por sobradas razones, siendo referencia en muchos de los escritos de los hermanos Calcaño y otros miembros de la Academia de Venezuela.

                Todavía en París, Francia, el año 1890 nos entrega el inicio de otra gigantesca y laureada obra, que finaliza en el año 1902, titulada “Entretenimientos gramaticales”. Colección de tratados y opúsculos relativos al idioma castellano. Una gigantesca obra de 8 tomos, más parecida a una enciclopedia del idioma. Ésta, su obra más extensa, la que terminó de abrir las puertas de la Real Academia Española, la que en definitiva afianza al idioma español en Latinoamérica y logra, que el idioma que consideramos parte de nuestro arraigo cultural se mantenga unida, hermanado a todos los pueblos de América en una sola lengua, cada quién con sus particularidades, pero en sí, unidas al lenguaje castellano y dirigidas en una misma dirección a corto, mediano y largo plazo.

Según lo indica la propia Real Academia Española,  “para la edición número trece del Diccionario de la Real Academia Española, a partir de 1886 comienza la colaboración de algunas academias americanas y personas ajenas a ellas, en las actas se mencionan expresamente las Academias Mexicana y Venezolana”[25] y es ahí que nos hace pensar que la presencia de los excelentes libros de Baldomero Rivodó, las críticas y comentarios tan positivos a favor de su trabajo, recorriendo la voz a través de diferentes continentes, inclusive, los enemigos declarados de las ideas de Rivodó, que obligaron a los grandes filólogos del mundo a prestar atención a tanto movimiento que generaban los libros del ilustre venezolano, la presencia de sus libros como apoyo en los estudios del idioma castellano en Italia, Alemania, Estados Unidos, España y la mayoría de los países latinoamericanos, sumado al momento de apertura de los académicos españoles, permitió que la presencia del apellido RIVODÓ, dentro de las instalaciones de la Real Academia de España, sea sin darse cuenta por parte de los académicos, una envoltura de energía mágica y sus sugerencias estén presentes en cada discusión.

 Según el gran historiador, escritor, crítico, bibliógrafo, docente y filólogo, Individuo de Número de la Academia Venezolana de la Lengua, silla Y, Don Pedro Grases, los libros de Baldomero Rivodó, tienen la virtud, además de la amplia información que nos presenta, de poseer una minuciosidad y sentido de ordenación, siendo de gran utilidad para los escolares. Rivodó es, posiblemente, en sus trabajos, el más injustamente postergado al olvido”[26].

Los libros de Rivodó, sirvieron en muchas partes del mundo como principales libros para el estudio del idioma castellano, a saber, he encontrado libros en diferentes continentes; en el continente americano con libros en los Estados Unidos de América y México, y en prácticamente todos los países suramericanos; en el europeo con libros, a saber, en Italia, España, Portugal, Francia y Alemania; en el continente asiático sabemos de libros de Baldomero Rivodó en China y Japón.


                La aceptación declarada por parte de la Real Academia de España, la participación de las diferentes academias americanas en las actualizaciones del Diccionario de la Real Academia Española, la inclusión de palabras de origen latinoamericano, autóctonas, locales y extranjeras modificadas por nuestro particular modo de hablar y pronunciar, la inclusión como Miembro Honorario en 1851 y luego como Individuo de Número en 1861 de Don Andrés Bello[27] en la Academia de la Lengua Española y la calidad de los trabajos presentados por Baldomero Rivodó, traducido a buena cantidad de idiomas y el grupo de filólogos pertenecientes al grupo de los UNISIONISTAS, permitió que los defensores a ultranza de mantener el castellano como idioma que une y hermana a todos los pueblos americanos en uno solo, lograran su cometido, siendo éste, quizá el bien más grande que dejó como aporte a la humanidad Don Rivodó Palomino (Sénior), Baldomero, convirtiéndose de forma clara y concisa en un verdadero
HÉROE DE LATINOAMÉRICA.

                No nos cabe duda, luego de revisar tanta historia y verificar como cada ilustre pensador, crítico literario, filólogo, profesor, Individuos de número, tanto de la Real Academia Española como de las academias americanas, inclusive sus más acérrimos críticos, colocaban a Don Baldomero Rivodó en pedestales tan altos y le daban categorías de gran maestro, que este personaje fue en su época, la referencia obligada de todo aquel que quería o debía estudiar el idioma castellano, tanto en Venezuela como en el mundo entero, incluyendo los Individuos de Número de la Real Academia de la Lengua Española. 

                Miguel Ángel Mudarra, en su libro “Cultura Sucrense”, refiriéndose a los nativos del Estado Sucre, escribió:

                “Sucrense alguno escribió una obra gramatical del contenido, número y alcance como lo hizo Rivodó, que lo coloca con facilidad en la vía de Bello y Baralt”[28].

                Luego de catorce años de vivir en Francia, Baldomero Rivodó regresa a Venezuela, y sigue dedicado en cuerpo y alma a la filología. A finales de siglo, entrega su herencia en vida, repartida equitativamente entre hermanos y sobrinos, ayuda a todos los cuñados y esposos de sus sobrinas que así lo necesitaban, su labor altruista lo llevó a regalarle casas a sus ayudantes y amas de llave que le habían sido fiel por muchos años y otra cantidad de ayuda humanitaria y altruista que hizo crecer su nombre, lleno de una humildad comprobada por su fe.

                Para el año 1902, en su último tomo (N° 8) de su obra Entretenimientos gramaticales, se siente agotado y quizá mal físicamente, por lo que escribe en su libro (Transcribo manteniendo la ortografía de la época, utilizada en su libro):

“Al Lector

I.  Doi a luz el tomo octavo de mis “Entretenimientos Gramaticales” y acaso será el último que publique; pues, aunque tengo apuntamientos preparados como para tres ó cuatro volúmenes más, dudo mucho que me sea permitido llevarlos a cabo á término.
Estos trabajos gramaticales son una mole ponderosa, que mis hombros debilitados ya por la edad y los achaques consiguientes, no pueden por más tiempo soportar.

II. Creo que no podrá negárseme que en mis obras hai originalidad, y por lo menos iniciativa; puesto que con frecuencia contienen ideas nuevas, como también observaciones, filosóficas algunas, que antes no han sido presentadas por ningún otro autor, que yo sepa; fuera de muchas que, aunque no son nuevas en sí, están expuestas bajo formas nuevas, que les comunican mayor claridad y exactitud”[29].

RECHAZA INVITACIÓN A SER INDIVIDUO DE NÚMERO.

                Luego de la muerte, el 25 de septiembre de 1897, del Individuo de Número, Don Aníbal Domínici, silla Q, de la Academia Venezolana de la Lengua, Don Marco Antonio Saluzzo y Don Julio Calcaño, le ofrecen a Don Baldomero Rivodó el sillón vacante:
                “El señor Rivodó manifestó a los comisionados la pena que experimentaba por no serle posible aceptar la espontánea y honrosa designación de la Academia, fundándose , entre otras razones, en las siguientes: La creencia del señor Rivodó de que no ha hecho los estudios suficiente ni que posee los conocimientos necesarios para desempeñar el puesto de una manera digna y decorosa; su avanzada edad y los achaques consiguientes, que no les permitirían cumplir las obligaciones que el cargo trae consigo; y otros motivos que es innecesario mencionar y los cuales enaltecen al señor Rivodó por su modestia y relevantes condiciones. Honra y recomienda a los señores miembros de la Academia Venezolana, el haberse fijado, para llevarlo a su seno, en un escritor como el  señor Rivodó, espíritu cultivado, trabajador infatigable, que desde tan largos años viene laborando, en la prensa y en el libro, por la integridad y la pureza del lenguaje, en numerosos y brillantes estudios y trabajos filológicos; caballero y ciudadano de general y nunca desmedida honorabilidad, reconocida en cuantos centros sociales ha vivido el señor Rivodó, en Venezuela como el extranjero; íntegro, circunspecto y digno de las más cumplidas consideraciones de personal aprecio”[30].

                El sillón vacante, luego fue ofrecido y aceptado por el sabio de las ciencias, las letras y las artes, Rafael Villavicencio.

Otro sabio, Manuel María Villalobos, años antes de ser Individuo de Número de la Academia de la Lengua, genio de los idiomas, conocedor de más de diez, le dedica su obra, salida a la luz en 1906, “Humoradas Filológicas. Barbarismos – solecismos” a Don Baldomero Rivodó, en vista del afecto, admiración y gratitud.

Los escritos de Rivodó, fueron de lectura frecuente en varias revistas y periódicos dentro de España, como el caso de la revista decenal ilustrada Baleares[31], en donde de la obra titulada Voces Nuevas de la Lengua Castellana, extrajo un artículo para utilizarlo de enseñanza a los mismos lectores españoles.


Croquis del Edificio Rivodó
http://www.cafedelasciudades.com.ar/archivo/arquitectura_76.htm

                En la ilustración anterior: Proyecto realizado por el arquitecto y maestro Tomás José Sanabria junto a Don Diego Carbonell, en el año 1950, en terrenos que le pertenecían a Don Baldomero Rivodó.

Bibliografía de Don Félix Baldomero Rivodó Palomina (Sénior):

1.- Prontuario de la acentuación Castellana.
      Caracas, Venezuela. Imprenta de I. Pumar a cargo de J.M. Monasterios. Primera edición.
      1872.

2.- Nociones de Ortología castellana.
      «Siguen, entre adornos, sendas citas de Bello y de J.J. Rousseau”
».
      Caracas, Venezuela. Imprenta Nacional. 1874.

3.- Tratado de los compuestos castellanos.
      Caracas, Venezuela. Imprenta de vapor de “La Opinión Nacional”, por Fausto Teodoro de
      Aldrey. 1878.

4.- Diccionario consultor o memorándum del escribiente.
      París, Francia. Librería española de Garnier hermanos. 1888.

5.- Voces nuevas de la lengua castellana.
      Glosario de voces, frases y acepciones usuales y que no constan en el Diccionario de la
      Academia.
      París. Librería española de Garnier hermanos. 1889.

6.- Entretenimientos gramaticales.
      Colección de tratados y opúsculos sobre diferentes puntos relativos al idioma castellano.
      París, Francia. Garnier hermanos, libreros-editores. 1890-1902. (8 Tomos).
Tomo 1. Generalidades. II. Confusión en las voces. III. Propiedades de la frase. IV. La letra H.
                1890.
Tomo 2. Diptongos y triptongos, cuasi diptongos y cuasi triptongos. Tratado de la acentuación
                ortográfica. Figuras de dicción y figuras de prosodia. Figuras de construcción, frases
                pleonásticas. 1891.
Tomo 3. Verbos castellanos. Géneros gramaticales. Diminutivos y variantes que se dan a los
                nombres propios de persona. Superlativos absolutos. Voces de algunos animales.
                1891.
Tomo 4. Varios giros y locuciones. Yuxtaposiciones. Combinaciones que ofrecen alguna
                particularidad. Números gramaticales de los nombres. 1891.
Tomo 5. Nociones de Ortología castellana. 1892.
Tomo 6. Nombres geográficos. 1893.
Tomo 7. Nombres personales. 1893.
Tomo 8. Voces y locuciones de diversos idiomas europeos cuyo uso se ha generalizado en
                todos los pueblos cultos. 1902.

7.- Entretenimientos filosóficos y literarios: Repertorio de pensamientos propios y ajenos.
     Caracas, Tip. Herrera Irigoyen & Ca., 1899.

 


                La importancia y los logros de Rivodó se hicieron evidentes en el VI Congreso de Academias de la Lengua Española, en Caracas, Venezuela en 1972, en donde la Academia Ecuatoriana propone:

CONSIDERANDO:
-Que entre los más notables trabajadores de los talleres de la Lengua Española en América,
 figura, por títulos indisputables, Don Baldomero Rivodógloria de la cultura venezolana; — Que Rivodó nos dejó numerosos  trabajos de valía en materia lingüística, y que esos trabajos son hoy rara avis;
-Que en esta hora de revisión y reparación en el campo filológico americano y de inventario , además, de cuanto hemos logrado,
Rivodó es uno de nuestros más severos y respetables acreedores, ACUERDA: 1 — Demandar, por intermedio de la ilustre Academia de Venezuela y con el mayor comedimiento, al progresista Gobierno Venezolano la asignación de fondos que se requieran para reeditar las obras de Baldomero Rivodó, edición que llevaría, como es de rigor en estos casos, los  prólogos y notas que tengan a bien redactar”[32].

                Ya cansado físicamente, pero aún brillante de mente, a sus 94 años de edad, el 10 de abril de 1915 muere por arteriosclerosis generalizada, enterrado en el Cementerio General del Sur, firmando el documento de defunción, el amigo de la familia, el doctor José Gregorio Hernández.


Esquela 1 sobre la muerte de Baldomero Rivodó

Esquela 1: Luego de enterarse de la muerte de Don Baldomero Rivodó, muchas personas agradecidas, se volcaron a los diferentes periódicos y revistas, a redactar una esquela en agradecimiento, resaltando algunas bondades del fallecido. Acá podemos ver, que entre los deudos mencionan al genio y políglota Don Manuel María Villalobos, porque éste estaba casado con una sobrina de Don Baldomero Rivodó.

 


Esquela 2 sobre la muerte de Baldomero Rivodó

Esquela 2: Diferentes redactores en sus respectivos periódicos, dieron la noticia del fallecimiento del honorable y querido Don Baldomero Rivodó. En sus escritos mencionan los valores del maestro filólogo, además de sus condiciones humanas y literarias, manifestando que a su velorio se hizo presente una cantidad inmensa de personas que, según los cuentos familiares, llegaban por cantidades, muchos llorando la muerte de su protector, que en vida protegió y ayudó a cantidad amplia de personas, tanto en lo moral, como en lo social, y mayor aún en lo económico. El altruismo de Rivodó le hizo que sea querida por todos los niveles de la sociedad, que lo admiraban y respetaban, como su sapiencia le hizo ganar tan preciada distinción.

 

 


Esquela 3 sobre la muerte de Baldomero Rivodó[33]

Esquela 3: Colocada por los sobrinos, se incluyen, además de estos, los nombres de Manuel María Villalobos, ya explicado el motivo en la esquela 1, y se incluye también a Juan A. Travieso y Rafael Travieso, quienes fueron desde muy jóvenes, tomados en el seno familiar y protegidos por  Don Baldomero Rivodó como si fueran hijos propios, pues sabemos, por las mismas historias familiares, que a ellos también les regaló sus respectivas casas, sumado a la ayuda diaria que recibían del protector, tanto que les enseñó el oficio de los almacenes, los entrenó con paciencia y constancia, perdonando toda clase de errores y actitudes juveniles de rebeldía, entendiendo que de no hacerlo él, estos jóvenes quedarían a merced del ambiente rudo y desprotegidos de la vida. Estos jóvenes que eran considerados por su protector como igual a sus sobrinos, fueron incluidos dentro de la esquela, porque así lo hubiese deseado Don Baldomero Rivodó.

 

                Baldomero en su testamento deja acomodada a toda la familia con más de 36 haciendas y/o casas, la mayoría de ellas en los primeros cuadros del centro de Caracas, inversiones, bonos, las utilidades de sus libros, pero lo que más nos llena de emoción son las más de 30 casas que hasta ahora por diversos comentarios de familiares beneficiados hemos conocido que regaló a personas necesitadas o simplemente por agradecimiento a diferentes motivos. Nos deja de herencia a todos y al mundo entero que el idioma español esté vivo y sea el lazo de nuestra unión e identidad.

 

 Don Félix Baldomero Rivodó Palomina (Sénior) ha fallecido en Caracas, Venezuela, el 10 de abril de 1915[34]. Ha fallecido un héroe. F.·. M.·.



[1] Información que aparece como “nota”, en los archivos de entierro del Cementerio General del Sur.

[2] Documento presentado de entierro, Cementerio General del Sur.

[3] Esta información es “deducida”, sin pruebas que nos permitan afirmarlo, pero así lo creemos, uniendo como rompecabezas la información amplia que tenemos sobre ellos y muchas historias familiares.

[4] La Guaira: Crónicas portuarias. Amador Clark. Imprenta Municipal de Caracas, 1 ene. 1989.

[5] La industrialización pionera en Venezuela: 1820-1936.  Escrito por Gerardo Lucas

[6] Wikihistoria del arte venezolano.

[7] http://www.monografias.com/trabajos99/valiente-y-esclarecido-ciudadano-generalisimo-ezequiel-zamora-correa/valiente-y-esclarecido-ciudadano-generalisimo-ezequiel-zamora-correa.shtml.

[8] Compendio de apuntes y tradiciones de La Guaira. Viento Veloz de fuego. Enrique Rivodó

[9] El Federalista, diario de la tarde. Año V, mes III. Caracas, jueves 3 de octubre de 1867. Número 1242

[10] La imágenes 1, 2 y 3 fueron tomadas de: Latin America. The “Tito” Collection – Part II. With Highly Important Uruguay and Venezuela. Spink. Investphila. 22 october 2012. Legano

[11] En su libro, Legajos de Varios, en la portada, aparece su apellido escrito como Xerolo.

[12] Legajo de Varios, escrito por Elías Zerolo. París. Gardnier Hermanos, Libreros-Editores, 1897.

[13] El límite jurisdiccional de la corporación académica: Ricard -Monner Sans y los debates entre usos y leyes en la lengua argentina. Sandra Fernández y Gabriela Dalla Corte.

[14] El español de América. 2ª. Ed. Miguel Ángel Quesada Pacheco. Editorial Tecnológica de Costa Rica. 2002.

[15] El límite jurisdiccional de la corporación académica: Ricard -Monner Sans y los debates entre usos y leyes en la lengua argentina. Sandra Fernández y Gabriela Dalla Corte.

[16] El español de América. 2ª. Ed. Miguel Ángel Quesada Pacheco. Editorial Tecnológica de Costa Rica. 2002.

[17] Gramática y clases de palabras: en la lingüística venezolana de siglo XIX. Escrito por Fernando Javier Rojas. 2006.

[18] La ortología, una disciplina normativa presente en la obra de Amado Alonso. Millán Chivite, Alberto. Universidad de Sevilla. (Centro Virtual Cervantes)..

[19] Gramática y clases de palabras: en la lingüística venezolana de siglo XIX. Escrito por Fernando Javier Rojas. 2006.

[20] La Lengua, La Academia y Los Académicos. Elías Zerolo. París. Librería Española de Gardnier Hermanos. 1889.

[21] Legajo de Varios, escrito por Elías Zerolo. París. Gardnier Hermanos, Libreros-Editores, 1897.

[22] El español, lengua de América. Historia y desarrollo del español en el continente americano. Irma Chumaceiro Arreaza y Alexandra Álvarez Muro. Colección Minerva. Los libros de El Nacional. 2004.

[23] La Real Academia Española a finales del siglo XIX: El Diccionario de la Lengua Castellana de 1899 (13ª. Edición)

[24] Ibídem.

[25] La Real Academia Española a finales del siglo XIX: El Diccionario de la Lengua Castellana de 1899 (13ª. Edición).

[26] Estudio del Castellano. Pedro Grases. Editorial Elite, 1940

[27] Vida de Don Andrés Bello, escrito por Miguel Luis Amunátegui. Santiago de Chile. Impreso por Pedro G. Ramírez. 1882.

[28] Cultura Sucrense. Miguel Ángel Mudarra. Imprenta Nacional, Ministerio de Información y Turismo, 1978.

[29] Entretenimientos gramaticales. Colección de tratados y opúsculos sobre diferentes puntos relativos al idioma castellano. Baldomero Rivodó. París, Francia. Garnier hermanos, libreros-editores. 1890-1902. (Tomo 8).

[30] El Cojo Ilustrado. 1° de mayo de 1899. Año VIII. N° 177. Caracas, Venezuela

[31] Baleares. Revista decenal ilustrada. Año II. N° 72. Palma, 30 de diciembre de 1918.

[32] Memoria del congreso de la Asociación de Academias de la Lengua Española, Volumen 6, Academia Venezolana., 1972.

[33] Información tomada del álbum familiar, sin referencias.

[34] Diferentes periódicos de Caracas de la época.