RIVODÓ PALOMINA (SÉNIOR), FÉLIX BALDOMERO.
A nuestro juicio,
nuestro mayor representante, luego de su padre, la base y ejemplo de la familia
a nivel cultural, comercial y social. Es nuestro HÉROE post independencia más
grande y brillante, que se ha mantenido en muy bajo perfil.
Corría el año 1814,
Venezuela tenía olor a muerte, destrucción, la independencia se sentía lejos,
el terror, la tristeza, el abandono eran parte del sentimiento de cualquier
poblador de las tierras que el cruel y resentido José Tomás Boves arrasaba. La Emigración a Oriente lleva a José Francisco Rivodó Laguna hasta la
isla holandesa de Curazao, y como el destino no deja nada al azar, ese tiempo
sirvió para que conociera a Ana Palomina
Sénior.
Nos gusta pensar
que quedó prendado de tan hermosa dama y nos imaginamos los tiempos de cartas
que iban y venían, la poesía que rondaba los sentimientos y pasiones.
Durante
cuatro años, ese amor se fue materializando y para el año 1819 se casan en la
Isla, jurándose amor eterno, junto al primer retoño, Francisca Antonia, que tuvo la hermosa osadía de acompañarlos a la
boda para nacer 2 meses más tarde.
José Francisco Rivodó Laguna
regresa a su patria, pensamos que su reciente esposa se quedó en la isla por la
situación que atravesaba Venezuela y para el año 1820 le es encomendado un
trabajo en la ciudad de Maracaibo y cada cierto tiempo, entre carta y carta,
poesía y poesía, sonrisas y lágrimas de distancia, visitaba desde Maracaibo a
su amada en la isla, entre esas visitas la gran noticia, el primer varón de la
familia está en camino.
Félix Baldomero Rivodó Palomina (Sénior) nació en Curazao[1]
en marzo de 1821[2]. Holandés de
nacimiento, venezolano por su padre, francés por su abuelo, cumanés/aragonés
por su abuela, de corazón guaireño por la vida, son las patrias y lugares que
lleva dentro de su corazón y que lo convierten en un futuro en un hombre de
mundo, de visión, de realidades.
En todas las
biografías que le hacen referencia, indican que nace en Cumaná, error que
creemos justificar porque luego de pasar un par o quizá tres años en su tierra
de nacimiento, luego del nacimiento, aún siendo párvulo su madre llega a
Cumaná, a casa de la familia de su suegra, los Laguna Soriano, motivado a que su padre por motivos laborales, aún
permanece en Maracaibo. Poco tiempo después, regresa José Francisco y juntos, con Ana
y los dos hijos parten a La Guaira[3].
Por esta razón, sus conocidos, allegados, vecinos y personas que lo conocieron,
sabiendo que había llegado desde Cumaná junto a sus padres, asumieron que era
nacido en aquella ciudad.
Otro argumento que pudiera
ser, es que fue bautizado en Cumaná, y no se puede comprobar, porque los libros
y registros de bautismos de la época desaparecieron.
Sabemos que pasó su
juventud en el puerto de La Guaira, donde realizó sus estudios iniciales hasta
los 14 años, cuando los abandonó.
Desde joven se
inicia en los negocios, con una pequeña tienda de mercancías secas y con
diversos socios a través del tiempo. Comparte junto a personalidades
pertenecientes a la Logia Masónica, de la cual se hace miembro más adelante y
comienza a destacar poco a poco. Sabemos que Félix Baldomero Rivodó Palomina (Sénior) era políglota, pero
ignoramos con certeza cuáles y cuántos idiomas hablaba o entendía, aunque por
historias familiares y textos que tenía en casa, podemos decir que entre las
lenguas que hablaba, estaban el alemán, italiano, francés, inglés y español, y
en sus libros, más tarde, hace mucha mención del Griego y del Latín como
referencia a sus trabajos, pero desconocemos hasta dónde llegaban sus
habilidades en esos idiomas.
Su
cultura y conocimientos crecen debido al ambiente masón en el que se
desenvuelve y su avidez autodidacta de conocimiento.
A
los 24 (veinticuatro) años, en unión de su gran amigo, judío, masón y también
nacido en la isla de Curazao, Isaac José
Pardo Nehemías, durante la presidencia de Carlos Soublette, amigo de su padre, instalan la primera imprenta
de La Guaira en julio de 1845 y la llamaron IMPRENTA GUAIREÑA[4],
que funcionó recién inaugurada en la Calle León, N° 45, luego mudada a la Calle
Ricaurte, N° 1, ambas en La Guaira.
Anterior a ellos, sólo existía en La Guaira, desde 1823[5]
una litografía introducida al país por el coronel, nacido en Cumaná en el año
1792, Francisco Avendaño, siendo
comandante del puerto de La Guaira, información que aparece en un artículo
publicado en el periódico El Promotor, del 26 de febrero de 1844[6].
El principal trabajo de ambos (Rivodó
y Pardo) eran sus almacenes
comerciales y levantaron la imprenta con escaso dinero, que alcanzaba con
esfuerzo los dos mil pesos. Junto con la imprenta nace el primer periódico del
Puerto, llamado El Vigía, periódico que se limitaba a informar de los
movimientos marítimos, avisos de compra y venta, traducciones, copias de otros
periódicos nacionales e internacionales y esencialmente a las veladas y
masónicas, Logia a la cual ambos pertenecían[7].
Según información de Amador Clark
Piñerúa en su libro La Guaira: Crónicas Portuarias, “La imprenta Guaireña
se mantuvo imparcial, pese a las beligerancias políticas de conservadores y
liberales”. La primera publicación de esta empresa, fue una pequeña hoja
escrita por José Quintín Suzarte con
información de la celebración del 5 de julio.
La
imprenta Guaireña fue regentada por Manuel
José Rivas, célebre tipógrafo de la capital.
Félix Baldomero Rivodó Palomina
(Sénior) hacía funciones de redactor de El Vigía y en su imprenta se
editaron el semanario “La Revista”[8],
redactado por José Quintín Suzarte,
el periódico “La Estrella”, redactado por Lisandro
Ruedas, el periódico “La Paz” finalizando la década con la publicación “El
Pueblo” de los mismos Pardo y Rivodó. Luego de 5 años de receso,
publicaron “El Cronista”, un diario del que se publicaron 855 números,
finalizando por la muerte de su editor, Juan
Bousquet. Según reseña Amador Clark
Piñerúa, en la Imprenta Guaireña, también se publicó por un año “El Noticioso”
y por otro corto tiempo la publicación de la Logia Masónica “La Prudencia”.
Félix Baldomero Rivodó Palomina (Sénior)
a la par de la imprenta, era dueño de unos almacenes comerciales, el primero de
ellos ubicado en La Guaira, en la Calle del Comercio, dedicado a la mercadería
general, mayorista, incluso hacía las veces de agente aduanal y representante
de empresas de Caracas. Fue un comerciante con mucho éxito, importando su
mercancía desde Inglaterra, Francia incluida Fort de France, España y consolidados
de varios países comprado en San Tomas, negociando mercaderías secas, de no
alimentos, incluidas mueblería, herramientas, quincallería en general, ropa y
muchos otros, los cuáles eran publicadas sus entradas y publicidades en el
diario El Federalista. Tenía sociedad en los almacenes con un alemán de
apellido Kreützer, los cuales quedó
disuelta el 1° de octubre de 1867[9], cuando en
decisión acordada con la viuda de éste, luego de su muerte, cambiando la
denominación comercial de la Empresa por B. Rivodó y Cia., en la cual, la misma
viuda continuaba ejerciendo algunas cuantas funciones, característico de la
bondad de Félix Baldomero Rivodó
Palomina (Sénior), que fue reconocido como una persona altruista por toda
la ayuda humanitaria que daba a todas las personas que le fuera posible.
El primero de enero
de 1859, se pone en circulación la primera serie de sellos postales de
Venezuela, conocida como “Escudo de Venezuela”, impresa en Estados Unidos,
siendo Félix Baldomero Rivodó Palomina
(Sénior) el primero en utilizarlas en correspondencia enviada a nombre de
la empresa Kreützer y Rivodó.
Imagen 2: Primera serie de sellos postales
de Venezuela
Imagen 3: Carta fechada 7 enero 1859 con
estampilla de la primera serie
Imagen 4: Escasa combinación de franqueo
francesa-venezolana[10]
Félix Baldomero Rivodó Palomina (Sénior) fue un hombre autodidacta. Don
Elías Xerolo Herrera[11],
intelectual español, gramático y filólogo, periodista y escritor, escribe sobre
Rivodó: “El señor Rivodó no ha sido a la vez comerciante
y literato; es verdad que allá en su juventud escribió algunos artículos en los
periódicos, más su carrera literaria comienza cuando después de medio siglo de
edad abandonó el comercio, hecha la fortuna que para sí y los suyos creyó
suficiente”[12]. Comentario cierto
pero no en su totalidad, porque sabemos que la pasión de Félix Baldomero Rivodó Palomina (Sénior) era la literatura, siempre
en amenas conversaciones con sus amigos, los hermanos Calcaño, Rafael
María Baralt, Modesto Urbaneja, Juan Bautista Urbaneja, Antonio Guzmán Blanco, Cecilio Acosta, Juan José Breca y muchos otros importantes escritores,
historiadores y pensadores venezolanos, con los que poco a poco fue llenando
sus conocimientos sobre la lengua castellana, pero sin concretar trabajos
públicos, sino para uso personal, además de haber adquirido fuertes
conocimientos, debido al estudio de los otros idiomas que hablaba, y a partir
de cumplir sus 50 años, se dedica en exclusividad a la filología.
UNISIONISTAS Y SEPARATISTAS.
Luego de que
América se libera del yugo español, en Argentina se vivía una época en donde se
rechazaba hasta el idioma castellano como consecuencia de la reacción
anticolonial, en la cual, las formas habladas y escritas fueron consideradas el
símbolo de la barbarie y del extranjerismo[13].
En
Argentina, la independencia produjo polémicas entre la lengua y la nación, en
donde algunos filólogos consideraban que debían separarse de los conquistadores
españoles inclusive en la lengua, siendo ellos quienes indican que la lengua
argentina era distinta a la del español peninsular.
Para
1837 nace una “corriente separatista”
que abogaría por una “total independencia de España”, bautizada luego como
“Asociación de Mayo en 1846”, siguiendo los pensamientos del filósofo, teólogo
y crítico literario alemán Johann
Gottfried Herder, que era partidario de la emancipación de la literatura
alemana de las influencias extranjeras, y era encabezada por los
pensadores argentinos Juan María Gutiérrez, Juan Bautista Alberdi, Domingo Faustino Sarmiento y Esteban Echeverría e incluyendo al
uruguayo Bartolomé Mitre y al
chileno José Lastarria[14],
que proclamaban la total independencia de España, incluido el aspecto
lingüístico.
Jorge Luis Borges también partícipe
separatista, más adelante afirmará: “La historia Argentina es la historia de la
separación y distanciamiento voluntario de España, y que el placer por la
literatura española es fruto del esfuerzo personal y de un especial
aprendizaje, pero nunca del gusto natural como puede ser la lectura de la
literatura francesa e inglesa”.[15].
Andrés
de Jesús María y José Bello López, o simplemente Don Andrés Bello, fundador del Colegio
de Santiago, siendo inspirador para la creación de la Universidad de Chile en
1842, y nombrado su primer rector, comienza a preparar una de sus principales
obras literarias: “La Gramática de la lengua castellana, destinada al uso de
los americanos”, la cual sirve como base opositora al grupo separatista de la
lengua que se venía gestando desde 1837 y se hace realidad definitiva en 1846,
en donde menciona con sus propias palabras sobre su trabajo: «se dirigen a mis hermanos, los habitantes de Hispanoamérica. Juzgo
importante la conservación de la lengua de nuestros padres en su posible
pureza, como un medio providencial de comunicación y un vínculo de fraternidad
entre las varias naciones de origen español derramadas sobre los dos
continentes».
Don Andrés Bello es
nombrado miembro honorario de la Real Academia de la Lengua Española (RAE) y
sirve de inspiración, junto a los trabajos del amigo de la familia, Rafael
María Baralt, que visitaba en sus viajes a Madrid, para que Félix Baldomero Rivodó Palomina (Sénior)
iniciara con su inquietud en lo referente al estudio de la lengua castellana.
Félix Baldomero Rivodó Palomina (Sénior)
en Venezuela, ya retirado del comercio, decide enfocar sus fuerzas en trabajos
de filología de la lengua castellana, formando parte principal de la corriente unisionista, siguiendo a Don Andrés Bello, uniendo luego ideas
con diferentes importantes filólogos latinoamericanos, como lo fueron el
colombiano Rufino
José Cuervo (1844-1911), el nicaragüense Juan Eligio de la Rocha (1815-1873), el
costarricense Carlos Gagini
(1865-1925) y el guatemalteco Antonio
Batres Jáuregui (1847-1929)[16], atemorizados ante el posible desmembramiento de la lengua
castellana en diversas lenguas y dialectos, tal cual le sucedió al latín.
Félix Baldomero Rivodó Palomina (Sénior) se
presentaba en sus libros como Baldomero
Rivodó y así comenzamos su resumen.
Para 1872, saca a la luz en Caracas, Venezuela, su
primer trabajo, titulado “Prontuario
de la acentuación castellana”,
editada por la Imprenta de I. Pumar, idea surgida, según lo indica en el propio
libro en el prólogo de la primera edición, por las diferentes versiones en el
uso de los acentos, tanto de la Real Academia Española, como de varios ilustres
autores que ya habían desarrollado el tema al respecto, por lo que se les
“ocurrió la idea de formar un Prontuario , anotando en él, con el mejor orden posible,
una colección de aquellas reglas que a nuestro juicio fueran más aceptables” y más adelante indica que “cuando
emprendimos este trabajo, que creíamos breve y muy fácil de hacer, sólo
pensábamos dedicarlo a nuestro uso particular; pero después, estimulados por
algunos de nuestros amigos, hemos resuelto darlo a la prensa, con la esperanza
de que podrá ser también de algún provecho para los demás…”
Este texto escrito por el propio Rivodó, confirma nuestra diferencia con lo enunciado por el ilustre
Elías Zerolo, y comprobamos que ha
sido a la vez filólogo y comerciante, llevadas de la mano, hasta que se anima a
la dedicación exclusiva de la filología.
En el año 1874, en Caracas, Venezuela, publica,
utilizando la Imprenta Nacional, su nuevo libro, titulado “Nociones
de Ortología castellana”, siendo
éste un texto auxiliar de los amplios tratados gramaticales elaborados por
otros autores[17]. Para
realizar este trabajo, Rivodó consultó ampliamente las obras de Andrés Bello y
Mariano José Sicilia como él mismo lo indica en su libro recién salido. Según Rivodó, la ortología consta de tres
partes, la primera que trata de los sonidos, la segunda de los acentos y la
tercera de las cantidades o tiempos. Este libro tratará de la primera parte,
que es la que se le da especialmente el nombre de ORTOLOGÍA, mientras que las
otras dos se les llaman también prosodia.
“La ortología es
al lenguaje oral lo que la ortografía es al escrito, por consiguiente, debemos
esforzarnos por alcanzar una correcta elocución en la expresión oral, del mismo
modo que intentamos una escritura correcta”[18]. Buscando el significado según la Real Academia
Española tenemos que: Ortología. (Del gr. ὀρθολογία). 1. f. Arte de pronunciar correctamente
y, en sentido más general, de hablar con propiedad.
La
novedad que trae este libro, es que en su primera sección ofrece un estudio
sobre los números romanos, estudio que no se presentaba en otros manuales de
Ortología. En su segunda sección nos explica los nombres de las palabras según
su composición y combinación de vocales, con aclaraciones de palabras
utilizadas en el castellano, pero provienen de otros idiomas. En la tercera y
última sección, nos presenta una clasificación y análisis de las letras. Rivodó hace advertencia de que la
información que nos presenta, no ha sido aceptada del todo por la Real Academia
Española. En esta última sección, incluye una descripción detallada, de cada
uno de los signos del alfabeto[19].
Para
el año 1878, en Caracas, Venezuela y su segunda edición en 1883 en París,
Francia, entrega al público una nueva obra, “Tratado de los compuestos castellanos”, catalogada con grandes elogios por filólogos y críticos
del mundo, como la escrita por el recordado pensador y crítico literario Manuel de la Revilla y Moreno, escrita
en una de sus revistas bibliográficas de “El
Globo”: “Un escritor venezolano, el señor Don Baldomero Rivodó, ha publicado el primer tomo de un importante y
utilísimo trabajo, sin precedentes en España”, y luego agrega, “este erudito
trabajo, que supone largos años de estudio y revela en su autor dotes
excepcionales de gramático y filólogo, honra de sobremanera al señor Rivodó y a la cultura hispanoamericana,
a la cual debemos, por vergonzoso que sea decirlo, los mejores trabajos de
filología y gramática castellana de que tenemos noticia”[20].
Diez años pasan para ver
nuevamente luz una nueva obra. En 1888, París, Francia, publicó el “Diccionario Consultor ó Memorándum del
escribiente”, donde se
incluyen numerosos neologismos (venezolanismos entre ellos) y un catálogo de
algunas voces extranjeras de frecuente uso entre nosotros. Rivodó hace una
amplia reflexión y considera que deben ser incorporadas al idioma y tomadas en
cuenta por los académicos de la Real Academia Española.
Al año siguiente, en 1889, en
París Francia, poco tiempo de la muerte de su querido hermano, el ilustre
poeta, filósofo, músico, traductor y altruista Ermelindo Rivodó, como complemento del libro anterior, publica otra
brillante obra, un nuevo libro titulado “Voces
nuevas de la lengua castellana”.
Glosario de voces, frases, y acepciones usuales y que no constan en el
diccionario de la Real Academia Española en su duodécima
edición. Seis partes enlazados entre sí, pudiendo ser
cada uno una obra por separado, pero la relación entre cada uno, hace
indispensable que estén todas presentes a la hora de su estudio[21].
La
importancia de tan exitosa y detallada obra consiste, en que al parecer, no
siendo Rivodó el inventor del
término “venezolanismos” ni el primero en utilizarlo, sí fue , según el
profesor de la Escuela de Letras de la Universidad Central de Venezuela, doctor en Ciencias Sociales y magíster en Letras Edgar
Colmenares del Valle, “el primero en proponer una clasificación que, a
pesar de sus deficiencias, puntualizó los propósitos propios de una
lexicografía venezolana”, tomando en cuenta que para Rivodó, los venezolanismos, no son solo abarcados en Venezuela,
sino también en Colombia, Cuba y Puerto Rico[22]. Para el año 1884, en la duodécima edición del Diccionario
de la RAE se habían incorporado 22 venezolanismos y para la edición
decimotercera, publicada en 1899, aparecen 45 nuevos léxicos, muchos de ellos
deben ser tener origen de las papeletas tomadas de la Academia de Venezuela y
del libro de Baldomero Rivodó[23] Igualmente las
diferentes terminaciones de ismos, fueron incluidas a sugerencia del mismo
autor. Consta en las actas de la Academia, que los libros de Baldomero Rivodó y Elías Zerolo, se recibieron el mismo año de su publicación (actas
de 14 de febrero y del 3 de octubre de 1889, respectivamente)[24]. Suponemos que las observaciones presentadas en ambos
libros, motivó a algunos ajustes en el Diccionario que la Academia llevaba en
proceso a su próxima edición. Otro punto en consideración, que la crítica y
análisis positivo que hace el reconocido Elías
Zerolo sobre el libro de las voces nuevas de y la crítica tan veraz al trabajo de la
Academia, haya sido factor importante en la decisión de incluir parte del
trabajo del brillante Baldomero Rivodó
en la edición número trece del Diccionario de la Real Academia, publicada en
ese mismo año.
Sabemos
que Rivodó no pertenecía a la
Academia Venezolana de la Lengua, pero su influencia dentro de la misma era
evidente, por sobradas razones, siendo referencia en muchos de los escritos de
los hermanos Calcaño y otros
miembros de la Academia de Venezuela.
Todavía
en París, Francia, el año 1890 nos entrega el inicio de otra gigantesca y
laureada obra, que finaliza en el año 1902, titulada “Entretenimientos gramaticales”. Colección de tratados y opúsculos relativos al
idioma castellano. Una gigantesca obra de 8 tomos, más parecida a una
enciclopedia del idioma. Ésta,
su obra más extensa, la que terminó de abrir las puertas de la Real Academia
Española, la que en definitiva afianza al idioma español en Latinoamérica y
logra, que el idioma que consideramos parte de nuestro arraigo cultural se
mantenga unida, hermanado a todos los pueblos de América en una sola lengua,
cada quién con sus particularidades, pero en sí, unidas al lenguaje castellano
y dirigidas en una misma dirección a corto, mediano y largo plazo.
Según
lo indica la propia Real Academia Española,
“para la edición número trece del
Diccionario de la Real Academia Española, a partir de 1886 comienza la
colaboración de algunas academias americanas y personas ajenas a ellas, en las
actas se mencionan expresamente las Academias Mexicana y Venezolana”[25]
y es ahí que nos hace pensar que la presencia de los excelentes libros de Baldomero Rivodó, las críticas y
comentarios tan positivos a favor de su trabajo, recorriendo la voz a través de
diferentes continentes, inclusive, los enemigos declarados de las ideas de Rivodó, que obligaron a los grandes
filólogos del mundo a prestar atención a tanto movimiento que generaban los
libros del ilustre venezolano, la presencia de sus libros como apoyo en los
estudios del idioma castellano en Italia, Alemania, Estados Unidos, España y la
mayoría de los países latinoamericanos, sumado al momento de apertura de los
académicos españoles, permitió que la presencia del apellido RIVODÓ, dentro de las instalaciones de
la Real Academia de España, sea sin darse cuenta por parte de los académicos,
una envoltura de energía mágica y sus sugerencias estén presentes en cada
discusión.
Según el gran historiador, escritor, crítico,
bibliógrafo, docente y filólogo, Individuo de Número de la Academia Venezolana
de la Lengua, silla Y, Don Pedro Grases,
los libros de Baldomero Rivodó, tienen
la virtud, además de la amplia información que nos presenta, de poseer una
minuciosidad y sentido de ordenación, siendo de gran utilidad para los
escolares. Rivodó es, posiblemente,
en sus trabajos, el más injustamente postergado al olvido”[26].
Los
libros de Rivodó, sirvieron en muchas partes del mundo como principales libros
para el estudio del idioma castellano, a saber, he encontrado libros en
diferentes continentes; en el continente americano con libros en los Estados
Unidos de América y México, y en prácticamente todos los países suramericanos;
en el europeo con libros, a saber, en Italia, España, Portugal, Francia y
Alemania; en el continente asiático sabemos de libros de Baldomero Rivodó en China y Japón.
La aceptación declarada
por parte de la Real Academia de España, la participación de las diferentes
academias americanas en las actualizaciones del Diccionario de la Real Academia
Española, la inclusión de palabras de origen latinoamericano, autóctonas,
locales y extranjeras modificadas por nuestro particular modo de hablar y
pronunciar, la inclusión como Miembro Honorario en 1851 y luego como Individuo
de Número en 1861 de Don Andrés Bello[27] en la Academia de la Lengua Española y la calidad
de los trabajos presentados por Baldomero
Rivodó, traducido a buena cantidad de idiomas y el grupo de filólogos
pertenecientes al grupo de los UNISIONISTAS, permitió que los defensores a
ultranza de mantener el castellano como idioma que une y hermana a todos los
pueblos americanos en uno solo, lograran su cometido, siendo éste, quizá el
bien más grande que dejó como aporte a la humanidad Don Rivodó Palomino
(Sénior), Baldomero, convirtiéndose de forma clara y concisa en un
verdadero HÉROE
DE LATINOAMÉRICA.
No
nos cabe duda, luego de revisar tanta historia y verificar como cada ilustre
pensador, crítico literario, filólogo, profesor, Individuos de número, tanto de
la Real Academia Española como de las academias americanas, inclusive sus más
acérrimos críticos, colocaban a Don
Baldomero Rivodó en pedestales tan altos y le daban categorías de gran
maestro, que este personaje fue en su época, la referencia obligada de todo
aquel que quería o debía estudiar el idioma castellano, tanto en Venezuela como
en el mundo entero, incluyendo los Individuos de Número de la Real Academia de
la Lengua Española.
Miguel Ángel Mudarra, en su libro “Cultura Sucrense”, refiriéndose
a los nativos del Estado Sucre, escribió:
“Sucrense
alguno escribió una obra gramatical del contenido, número y alcance como lo
hizo Rivodó, que lo coloca con
facilidad en la vía de Bello y Baralt”[28].
Luego
de catorce años de vivir en Francia, Baldomero
Rivodó regresa a Venezuela, y sigue dedicado en cuerpo y alma a la
filología. A finales de siglo, entrega su herencia en vida, repartida equitativamente
entre hermanos y sobrinos, ayuda a todos los cuñados y esposos de sus sobrinas
que así lo necesitaban, su labor altruista lo llevó a regalarle casas a sus
ayudantes y amas de llave que le habían sido fiel por muchos años y otra
cantidad de ayuda humanitaria y altruista que hizo crecer su nombre, lleno de
una humildad comprobada por su fe.
Para
el año 1902, en su último tomo (N° 8) de su obra Entretenimientos gramaticales,
se siente agotado y quizá mal físicamente, por lo que escribe en su libro (Transcribo
manteniendo la ortografía de la época, utilizada en su libro):
“Al Lector
I. Doi a luz el tomo octavo de mis
“Entretenimientos Gramaticales” y acaso será el último que publique; pues,
aunque tengo apuntamientos preparados como para tres ó cuatro volúmenes más,
dudo mucho que me sea permitido llevarlos a cabo á término.
Estos trabajos gramaticales son una mole ponderosa, que mis hombros debilitados
ya por la edad y los achaques consiguientes, no pueden por más tiempo soportar.
II. Creo que no podrá negárseme que en mis
obras hai originalidad, y por lo menos iniciativa; puesto que con frecuencia
contienen ideas nuevas, como también observaciones, filosóficas algunas, que
antes no han sido presentadas por ningún otro autor, que yo sepa; fuera de muchas
que, aunque no son nuevas en sí, están expuestas bajo formas nuevas, que les
comunican mayor claridad y exactitud”[29].
RECHAZA INVITACIÓN A SER INDIVIDUO DE NÚMERO.
Luego de la muerte, el 25 de
septiembre de 1897, del Individuo de Número, Don Aníbal Domínici, silla Q, de la Academia Venezolana de la
Lengua, Don Marco Antonio Saluzzo y Don Julio Calcaño, le ofrecen a Don Baldomero Rivodó el sillón vacante:
“El señor Rivodó manifestó
a los comisionados la pena que experimentaba por no serle posible aceptar la
espontánea y honrosa designación de la Academia, fundándose , entre otras
razones, en las siguientes: La creencia del señor Rivodó de que no ha hecho los estudios suficiente ni que posee los
conocimientos necesarios para desempeñar el puesto de una manera digna y
decorosa; su avanzada edad y los achaques consiguientes, que no les permitirían
cumplir las obligaciones que el cargo trae consigo; y otros motivos que es
innecesario mencionar y los cuales enaltecen al señor Rivodó por su modestia y relevantes condiciones. Honra y recomienda
a los señores miembros de la Academia Venezolana, el haberse fijado, para
llevarlo a su seno, en un escritor como el
señor Rivodó, espíritu
cultivado, trabajador infatigable, que desde tan largos años viene laborando, en
la prensa y en el libro, por la integridad y la pureza del lenguaje, en
numerosos y brillantes estudios y trabajos filológicos; caballero y ciudadano
de general y nunca desmedida honorabilidad, reconocida en cuantos centros
sociales ha vivido el señor Rivodó,
en Venezuela como el extranjero; íntegro, circunspecto y digno de las más
cumplidas consideraciones de personal aprecio”[30].
El
sillón vacante, luego fue ofrecido y aceptado por el sabio de las ciencias, las
letras y las artes, Rafael
Villavicencio.
Otro sabio, Manuel María Villalobos, años antes
de ser Individuo de Número de la Academia de la Lengua, genio de los idiomas,
conocedor de más de diez, le dedica su obra, salida a la luz en 1906,
“Humoradas Filológicas. Barbarismos – solecismos” a Don Baldomero Rivodó, en vista del afecto, admiración y gratitud.
Los escritos de Rivodó, fueron de lectura frecuente en
varias revistas y periódicos dentro de España, como el caso de la revista
decenal ilustrada Baleares[31],
en donde de la obra titulada Voces Nuevas de la Lengua Castellana, extrajo un
artículo para utilizarlo de enseñanza a los mismos lectores españoles.
Croquis del Edificio Rivodó
http://www.cafedelasciudades.com.ar/archivo/arquitectura_76.htm
En la ilustración anterior: Proyecto realizado
por el arquitecto y maestro Tomás José
Sanabria junto a Don Diego Carbonell,
en el año 1950, en terrenos que le pertenecían a Don Baldomero Rivodó.
Bibliografía de Don Félix Baldomero Rivodó
Palomina (Sénior):
1.- Prontuario de la acentuación Castellana.
Caracas, Venezuela. Imprenta de I.
Pumar a cargo de J.M. Monasterios. Primera edición.
1872.
2.- Nociones de Ortología castellana.
«Siguen,
entre adornos, sendas citas de Bello y de J.J. Rousseau” ».
Caracas, Venezuela. Imprenta
Nacional. 1874.
3.- Tratado de los compuestos castellanos.
Caracas, Venezuela. Imprenta de
vapor de “La Opinión Nacional”, por Fausto Teodoro de
Aldrey. 1878.
4.- Diccionario consultor o memorándum del
escribiente.
París, Francia. Librería española
de Garnier hermanos. 1888.
5.- Voces nuevas de la lengua castellana.
Glosario de voces, frases y
acepciones usuales y que no constan en el Diccionario de la
Academia.
París. Librería española de Garnier
hermanos. 1889.
6.- Entretenimientos gramaticales.
Colección de tratados y opúsculos
sobre diferentes puntos relativos al idioma castellano.
París, Francia. Garnier hermanos,
libreros-editores. 1890-1902. (8 Tomos).
Tomo 1. Generalidades. II. Confusión en las voces. III. Propiedades de la
frase. IV. La letra H.
1890.
Tomo 2. Diptongos y triptongos, cuasi diptongos y cuasi triptongos. Tratado de
la acentuación
ortográfica. Figuras de
dicción y figuras de prosodia. Figuras de construcción, frases
pleonásticas. 1891.
Tomo 3. Verbos castellanos. Géneros gramaticales. Diminutivos y variantes que
se dan a los
nombres propios de persona. Superlativos
absolutos. Voces de algunos animales.
1891.
Tomo 4. Varios giros y locuciones. Yuxtaposiciones. Combinaciones que ofrecen
alguna
particularidad. Números
gramaticales de los nombres. 1891.
Tomo 5. Nociones de Ortología castellana. 1892.
Tomo 6. Nombres geográficos. 1893.
Tomo 7. Nombres personales. 1893.
Tomo 8. Voces y locuciones de diversos idiomas europeos cuyo uso se ha
generalizado en
todos los pueblos cultos.
1902.
7.- Entretenimientos filosóficos y literarios:
Repertorio de pensamientos propios y ajenos.
Caracas, Tip. Herrera Irigoyen & Ca., 1899.
La
importancia y los logros de Rivodó
se hicieron evidentes en el VI Congreso de Academias de la Lengua Española,
en Caracas, Venezuela en 1972, en donde la Academia Ecuatoriana propone:
“CONSIDERANDO:
-Que entre los más notables trabajadores de los talleres de la Lengua Española
en América, figura, por títulos indisputables, Don Baldomero Rivodó, gloria de la cultura venezolana; — Que Rivodó nos dejó numerosos trabajos de valía en materia
lingüística, y que esos trabajos son hoy rara avis;
-Que en esta hora de revisión y reparación en el campo filológico americano y de
inventario , además, de cuanto hemos logrado, Rivodó es uno de
nuestros más severos y respetables acreedores, ACUERDA: 1 — Demandar, por
intermedio de la ilustre Academia de Venezuela y con el mayor comedimiento, al
progresista Gobierno Venezolano la asignación de fondos que se requieran para
reeditar las obras de Baldomero Rivodó,
edición que llevaría, como es de rigor en estos casos, los prólogos y
notas que tengan a bien redactar”[32].
Ya
cansado físicamente, pero aún brillante de mente, a sus 94 años de edad, el 10
de abril de 1915 muere por arteriosclerosis generalizada, enterrado en el
Cementerio General del Sur, firmando el documento de defunción, el amigo de la
familia, el doctor José Gregorio Hernández.
Esquela 1 sobre la muerte de Baldomero Rivodó
Esquela 1: Luego de
enterarse de la muerte de Don Baldomero
Rivodó, muchas personas agradecidas, se volcaron a los diferentes
periódicos y revistas, a redactar una esquela en agradecimiento, resaltando
algunas bondades del fallecido. Acá podemos ver, que entre los deudos mencionan
al genio y políglota Don Manuel María
Villalobos, porque éste estaba casado con una sobrina de Don Baldomero Rivodó.
Esquela 2 sobre la muerte de Baldomero Rivodó
Esquela 2: Diferentes
redactores en sus respectivos periódicos, dieron la noticia del fallecimiento
del honorable y querido Don Baldomero
Rivodó. En sus escritos mencionan los valores del maestro filólogo, además
de sus condiciones humanas y literarias, manifestando que a su velorio se hizo
presente una cantidad inmensa de personas que, según los cuentos familiares,
llegaban por cantidades, muchos llorando la muerte de su protector, que en vida
protegió y ayudó a cantidad amplia de personas, tanto en lo moral, como en lo
social, y mayor aún en lo económico. El altruismo de Rivodó le hizo que sea querida por todos los niveles de la
sociedad, que lo admiraban y respetaban, como su sapiencia le hizo ganar tan
preciada distinción.
Esquela 3: Colocada
por los sobrinos, se incluyen, además de estos, los nombres de Manuel María
Villalobos, ya explicado el motivo en la esquela 1, y se incluye también a Juan A. Travieso y Rafael Travieso, quienes fueron desde muy jóvenes, tomados en el
seno familiar y protegidos por Don Baldomero Rivodó como si fueran
hijos propios, pues sabemos, por las mismas historias familiares, que a ellos
también les regaló sus respectivas casas, sumado a la ayuda diaria que recibían
del protector, tanto que les enseñó el oficio de los almacenes, los entrenó con
paciencia y constancia, perdonando toda clase de errores y actitudes juveniles
de rebeldía, entendiendo que de no hacerlo él, estos jóvenes quedarían a merced
del ambiente rudo y desprotegidos de la vida. Estos jóvenes que eran
considerados por su protector como igual a sus sobrinos, fueron incluidos
dentro de la esquela, porque así lo hubiese deseado Don Baldomero Rivodó.
Baldomero en su testamento deja
acomodada a toda la familia con más de 36 haciendas y/o casas, la mayoría de
ellas en los primeros cuadros del centro de Caracas, inversiones, bonos, las
utilidades de sus libros, pero lo que más nos llena de emoción son las más de 30
casas que hasta ahora por diversos comentarios de familiares beneficiados hemos
conocido que regaló a personas necesitadas o simplemente por agradecimiento a
diferentes motivos. Nos deja de herencia a todos y al mundo entero que el
idioma español esté vivo y sea el lazo de nuestra unión e identidad.
Don Félix Baldomero Rivodó Palomina (Sénior)
ha fallecido en Caracas, Venezuela, el 10 de abril de 1915[34].
Ha fallecido un héroe. F.·. M.·.
[1] Información que aparece como
“nota”, en los archivos de entierro del Cementerio General del Sur.
[2] Documento presentado de entierro,
Cementerio General del Sur.
[3] Esta información es “deducida”,
sin pruebas que nos permitan afirmarlo, pero así lo creemos, uniendo como
rompecabezas la información amplia que tenemos sobre ellos y muchas historias
familiares.
[4] La Guaira: Crónicas portuarias.
Amador Clark. Imprenta Municipal de Caracas, 1 ene. 1989.
[5] La
industrialización pionera en Venezuela: 1820-1936. Escrito por Gerardo Lucas
[6] Wikihistoria del arte venezolano.
[7] http://www.monografias.com/trabajos99/valiente-y-esclarecido-ciudadano-generalisimo-ezequiel-zamora-correa/valiente-y-esclarecido-ciudadano-generalisimo-ezequiel-zamora-correa.shtml.
[8] Compendio de apuntes y tradiciones
de La Guaira. Viento Veloz de fuego. Enrique Rivodó
[9] El Federalista, diario de la
tarde. Año V, mes III. Caracas, jueves 3 de octubre de 1867. Número 1242
[10] La imágenes 1, 2 y 3 fueron tomadas de: Latin America. The “Tito” Collection – Part II. With Highly
Important Uruguay and Venezuela. Spink. Investphila. 22 october 2012. Legano
[11] En su libro, Legajos de Varios, en
la portada, aparece su apellido escrito como Xerolo.
[12] Legajo de Varios, escrito por
Elías Zerolo. París. Gardnier Hermanos, Libreros-Editores, 1897.
[13] El límite jurisdiccional de la
corporación académica: Ricard -Monner Sans y los debates entre usos y leyes en
la lengua argentina. Sandra Fernández y Gabriela Dalla Corte.
[14] El español de América. 2ª. Ed.
Miguel Ángel Quesada Pacheco. Editorial Tecnológica de Costa Rica. 2002.
[15] El límite jurisdiccional de la corporación
académica: Ricard -Monner Sans y los debates entre usos y leyes en la lengua
argentina. Sandra Fernández y Gabriela Dalla Corte.
[16] El español de América. 2ª. Ed.
Miguel Ángel Quesada Pacheco. Editorial Tecnológica de Costa Rica. 2002.
[17] Gramática y clases de palabras: en
la lingüística venezolana de siglo XIX. Escrito por Fernando Javier Rojas. 2006.
[18] La ortología, una disciplina
normativa presente en la obra de Amado Alonso. Millán Chivite, Alberto.
Universidad de Sevilla. (Centro Virtual Cervantes)..
[19] Gramática y clases de palabras: en
la lingüística venezolana de siglo XIX. Escrito por Fernando Javier Rojas. 2006.
[20] La Lengua, La Academia y Los
Académicos. Elías Zerolo. París. Librería Española de Gardnier Hermanos. 1889.
[21] Legajo de Varios, escrito por
Elías Zerolo. París. Gardnier Hermanos, Libreros-Editores, 1897.
[22] El español, lengua de América.
Historia y desarrollo del español en el continente americano. Irma Chumaceiro
Arreaza y Alexandra Álvarez Muro. Colección Minerva. Los libros de El Nacional.
2004.
[23] La Real Academia Española a
finales del siglo XIX: El Diccionario de la Lengua Castellana de 1899 (13ª. Edición)
[24] Ibídem.
[25] La Real Academia Española a finales del siglo
XIX: El Diccionario de la Lengua Castellana de 1899 (13ª. Edición).
[26] Estudio del Castellano. Pedro Grases.
Editorial Elite, 1940
[27] Vida de Don Andrés Bello, escrito por Miguel
Luis Amunátegui. Santiago de Chile. Impreso por Pedro G. Ramírez. 1882.
[28] Cultura Sucrense. Miguel Ángel Mudarra.
Imprenta Nacional, Ministerio de Información y Turismo, 1978.
[29] Entretenimientos gramaticales. Colección de
tratados y opúsculos sobre diferentes puntos relativos al idioma castellano.
Baldomero Rivodó. París, Francia. Garnier hermanos, libreros-editores.
1890-1902. (Tomo 8).
[30] El Cojo Ilustrado. 1° de mayo de 1899. Año
VIII. N° 177. Caracas, Venezuela
[31] Baleares. Revista decenal ilustrada. Año II.
N° 72. Palma, 30 de diciembre de 1918.
[32] Memoria del congreso de la Asociación de Academias de la Lengua Española,
Volumen 6, Academia Venezolana., 1972.
[33] Información tomada del álbum familiar, sin
referencias.
[34] Diferentes periódicos de Caracas
de la época.